Indultos de Semana Santa

Los toros, el flamenco, las condecoraciones de la Guardia Civil a la Virgen de los Dolores de Archidona, las colosales procesiones de Semana Santa y los indultos a presos en estas mismas fechas son parte de la realidad española y del fascinante retrato que se tiene del país en el exterior.

La imagen no gusta especialmente entre los nacionalistas de Cataluña, País Vasco o Galicia, que quisieran que sus particularidades, y no las de origen sureño, fueran las dominantes.

En el segundo acto de “En Flandes se ha puesto el sol”, de Eduardo Marquina, el capitán Diego de Acuña, que lo ha sacrificado todo por el amor, dice “España y yo somos así, señora”.

Pues, eso, España es así, una mezcla de expresiones folclóricas y culturales seculares, muchas de fondo religioso.

Como estamos en tiempos de medios poderosos que quieren romper con toda tradición, muchas protestan contra la concesión de trece indultos en esta Semana Santa a otros tantos presos que penarán descalzos cubiertos con negros sudarios en distintas ciudades del país, por cierto, ninguno en Cataluña, Galicia y País Vasco.

Estos indultos –menos graves que los de banqueros y políticos-- existen desde hace tres siglos, cuando el rey Carlos III le concedió a una cofradía malagueña el derecho a liberar anualmente un preso porque otros como él habían portado a Jesús el Rico sin huir, y como rogativa contra una peste que asolaba la ciudad.

Algunos indultos religiosos y encarcelamientos laicos podrían ser milagrosos: mientras esta semana la dictadura atea cubana encerraba a centenares de ciudadanos durante la visita de Barack Obama al país, el pasado septiembre, y con motivo de la visita del Papa Francisco, indultaba a 3.522 presos.

Podría crearse una tradición atea: con Papas, indulto, con políticos progresistas, cárcel.