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El Papa y el Rey: el juego de los roles

miércoles, 30 de diciembre de 2015
Desde el fastuoso Vaticano y el majestuoso Palacio Real, el Papa y el Rey han tratado de sacudir las conciencias de creyentes y no creyentes, de ciudadanos politizados o indiferentes. Ambos han compartido el espíritu de denuncia, pero con matices diversos, el Papa ha señalado los conflictos que atormentan y ensangrientan al mundo y ha denunciado los flagelos que se ciernen sobre los débiles e indefensos que son víctimas de tráficos de todo tipo.

El Rey en cambio apeló al sentido común y glosó la grandeza de España y el legítimo orgullo de ser español, sin ensañarse ni hacer sangre en los problemas que ensombrecen el panorama del país como el paro y la corrupción.‎

Papa Bergoglio, que oscila entre su ideología pastoral de buen párroco y el barniz peronista que todo argentino arrastra, pintó un fresco sombrío del panorama internacional.

Por su parte Felipe de Borbon y Grecia que carece del carisma de su padre, Don Juan Carlos, pues no tiene la simpatía de su progenitor, un Borbon a tiempo completo con gran intuición y don de gentes a quien los elefantes y una rubia ambiciosa y peligrosa han opacado su gran proyección, y que ha heredado de su madre Doña Sofia el rigor y la profesionalidad, reforzada además por su formación castrense y sus estudios en Estados Unidos ha pintado un cuadro de vivos colores a lo Barceló en su cúpula ginebrina del salón de los derechos humanos y ha estado muy lejano de fanatismos y populismos, aunque deba pesar en él la constante advertencia de su madre de no cometer los errores que costaron la corona a su tío Constantino, que de aclamado campeón olímpico paso a exiliado de lujo en Roma.

Contagiémonos de la alegría juguetona de la Navidad y juguemos al juego de los roles e imaginémonos por un momento qué hubiera ocurrido si se pudieran cambiar los papeles y Bergoglio hubiera hecho de Borbón y viceversa. Cómo hubieran sido los discursos. Don Felipe hubiera enviado el mensaje desde el Vaticano trazando un panorama esperanzador de la situación mundial subrayando los logros que la humanidad ha hecho y el avance de los derechos humanos en muchos países. Por su parte, Papa Bergoglio se hubiera recreado en los conflictos que atenazan a España con el catalán al rojo vivo y el vasco latente y hubiera enumerado todas las carencias que afligen a la piel de toro, puede que sin llegar a los tonos tremendistas de Sor Lucía, su compatriota, la beligerante monja arrabalera.

Dado que estoy en Asturias, permítaseme la licencia de citar a un poeta de mi tierrina y decir con Campoamor que "En este mundo traidor, nada es verdad ni mentira, todo es según el color del cristal con que se mira".

Con enfoques diferentes, el vaso medio lleno y el vaso medio vacio. El rojo y el negro como en Stendhal.

(Joaquin Antuña es Presidente de Paz y Cooperación)
Antuña, Joaquín
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