Compromiso y fantasmas

De cuando en cuando en los pueblos, para bien o para mal, aparecen algunos personajes con cierta aureola de políticos, intelectuales o simplemente con aires de suficiencia y prepotencia que pontifican sobre temas de la vida local y lo exponen con grandilocuencia que nos dejan boquiabiertos y con cara de tontos a aquellos que vivimos en ellos día a día. Recuerdo, que no hace mucho tiempo, apareció en un pueblo un personaje de este tipo con un proyecto de reestructuración urbana, que hasta es posible que fuese bueno, y ya se propugnaba como candidato a la alcaldía. ¡Cómo iba él empezar como un simple concejal!Y, aunque usted lo dude, les garantizo que es cierto cuanto digo. Pero no es él sólo quien se atreve a criticar todo lo que ocurre, sino que también algunos, con aureola de intelectuales y con un aire displicente propio de la soberbia, desprecian todo lo que se hace, sea positivo o negativo, se suben al pedestal de la pedantería y se ríen de “los pueblerinos analfabetos” que lo permiten, como si a ellos eso no pudiese ocurrirles. ¡Pobres fantasmas! Se les olvida la educación y la humildad de la que presumen.

Ciertamente en los pueblos se hacen muchas cosas mal, y desde el punto de vista urbanístico peor, no hay más que mirar, por citar un solo ejemplo, como se han destruido los cascos históricos, a base de levantar absurdas moles en un entorno que los priva de las más elementales condiciones de habitabilidad; pero los pueblos no dejan de ser el espejo de sus habitantesy, si se cometen atrocidades, han de ser sus ciudadanos los que han de evitarlo. Inútil es lamentarse y hablar de resignación. Sin duda, los pueblos están sometidos a la voracidad y especulación de algunos vecinos que, la mayoría de las veces, buscan única y exclusivamente su propio beneficioe incluso corrompen a los responsables que, a veces también, entran en el juego de la sinvergüencería.

El pueblo tiene personas de todo tipo, pero es curioso que dejemos ir de rositas a todos esos “críticos negativos” – pedantes, soberbios…-que se “posturean” como salvadores de un pueblo sin haber hecho nada por él. Ciertamente los alcaldes, los concejales, los directivos de cualquier sociedad… son los que democráticamente elegimos, aunque no siempre acertemos, pero, sin duda, están ahí porque hemos depositado nuestra confianza en ellos. Después, si se esfuerzan y aciertan debemos de estarles agradecidos, si por el contrario buscan lo opuesto, hemos de demandarlo y por fraude hasta es legítimo repudiarlos. Pero, repito, llegar al pueblo “plantando pinos”, como hace esa “fauna variada”, no es de recibo. Así que sáquense la sábana que ya los fantasmas se visten con traje y corbata.