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Cal Pardo, una lección en el silencio y la humildad

jueves, 05 de noviembre de 2015
Es muy difícil encontrar en la vida a personas que, sabiendo mucho y de muchas cosas, no se les hinche el ego y se vuelvan altivas, vanidosas y soberbias; pero quedan algunas que, llevadas de su grandeza de espíritu, generosidad y humildad, saben disculpar nuestros errores, callar ante nuestro desconocimiento y aconsejar con discreción y benevolencia.

Son pocas, pero las hay. Son personas a las que el aplauso no les importa, de los títulos no se acuerdan, ni reclaman jamás reconocimientos y, mucho menos, juegan a la política de camarillas para recibir cualquier lisonja. Han llegado a un grado, a un nivel de conocimiento de la especie humana, que siguen impertérritos con su filosofía vital y se dedican en cuerpo y alma a sus quehaceres sin reparar en cosas tan livianas como comer, descansar o disfrutar de la fiesta. Nada los reconforta más que descubrir nuevas cosas en el mundo que han escogido.

Viene esto a colación porque el próximo día 7 de Noviembre, a iniciativa del culto escritor y director teatral Francisco Piñeiro González, le vamos a tributar un merecidísimo homenaje a D. Enrique Cal Pardo.

D. Enrique nació en Galdo-Viveiro en 1922. Estudió en el Seminario de Mondoñedo, se licenció en Teología en la Universidad Pontificia de Comillas (Santander) y se doctoró en la misma universidad en su sede de Madrid. Fue profesor de Teología en Mondoñedo y continuó en Santiago. Rector del Seminario, Deán y Archivero catedralicio…pasó prácticamente por todos los cargos de su actividad y lleva toda su vida dedicada al estudio y a la enseñanza.

Es autor de múltiples publicaciones-remito al lector a internet- que dan fe de su trabajo minucioso y clarificador y que le permiten, a juicio de algunos historiadores, ser considerado uno de los mejores medievalistas españoles. Su categoría intelectual es tal, a mi juicio una de las figuras vivarienses más importantes de este siglo, que la Xunta de Galicia le concedió la Medalla de Galicia en 1997 y en el 2011 fue nombrado, junto con D. Uxio García Amor, prelado del Papa. En la actualidad sigue siendo referente de investigadores en su trabajo de Archivero diocesano.

Sirvan estas palabras para reconocimiento de su labor callada, profunda, minuciosa, ardua, humilde y llena de generosidad y sean orgullo en nuestra querida parroquia de Galdo, en Viveiro, en Mondoñedo, en todos aquellos lugares que gozaron y gozan de la suerte de haber compartido su vida con D. Enrique. Personalmente hace mucho tiempo que lo considero un Maestro ejemplar. Él dice que mis alabanzas son fruto del cariño, pero si muchas personas pensamos lo mismo ¿ no creen que son verdaderas?.
Timiraos, Ricardo
Timiraos, Ricardo


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