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Cataluña: ¿Quién lo ha permitido?

viernes, 11 de septiembre de 2015
11 de septiembre 2015. Diada y comienzo de una campaña electoral en Cataluña. Convocatoria plebiscitaria disfrazada con los instrumentos legales que permiten celebrar elecciones autonómicas para renovar el Parlamento de la Comunidad Autónoma. Las encuestas anuncian lo que llevan años persiguiendo partidos nacionalistas con la inestimable ayuda de los "tontos útiles colaboracionistas". Mayoría absoluta del independentismo. He dicho bien. En Cataluña han iniciado un proceso imparable-por las buenas- de la vieja aspiración, que Cataluña deje de ser España y de Nación sin Estado pase a ser República independiente del Estado o Reino de España.

Soy un español preocupado e indignado. A los avatares de una crisis económica creada por el modelo capitalista que ha desvertebrado el Estado del Bienestar conquistado por mi generación a base de trabajo y contribución fiscal se suma el desastre del conflicto Cataluña-España.

Soy un español que me jugué la vida durante muchos años en Euskadi-Euskal Herría, por defender la democracia y la dignidad de los españoles residentes en aquel lugar dónde unos ponían las ideas y los otros las imponían, asesinando a la disidencia. Y ahora resulta que conseguimos pacificar a los vascos y sin prisas pero sin pausa, en la Cataluña del seny, de la saga Pujol, de las mordidas del 3%, de la imposición del catalán, del incumplimiento de las sentencias contra las agresiones a los derechos de los ciudadanos que entendían que Cataluña era una región de España, ha comenzado la huida hacia delante del pueblo elegido, capaz de inventarse la historia -nunca pasaron de ser un Condado del Reino de Aragón- y así alcanzar la tierra prometida del Estado Catalán en la Unión Europea.

Pero el despropósito no se fraguó ayer. El padre de los Pujol, un verano, reinterpretó la Constitución Española y señaló que proclamaba un Estado plurinacional; un Estado con Cataluña, Galicia, Euskadi y España. Tal ingeniosa interpretación fue tolerada por Aznar, que presumía de hablar catalán en la intimidad y que hizo de Convergencia lo mismo que Felipe. El instrumento parlamentario que le daba la mayoría suficiente para gobernar España, aunque ello supusiera la construcción de una injusta asimetría en el Estado de las Autonomías. Mientras Cataluña recibía ingentes cantidades de pesetas -españolas- para sus inversiones y desarrollo de infraestructuras, los Castellanos, los Gallegos, los Extremeños, los Canarios, esperábamos las migajas del reparto en el que Vascos, Navarros y Catalanes, eran tratados de usía.

No contentos con el "pujolismo", en los círculos del poder económico catalán se encuentran con el "tonto útil y acomplejado por sus orígenes charnegos". Me estoy refiriendo a mi héroe favorito. Montilla, que necesitaba le concedieran carta de naturaleza para borrar sus orígenes andaluces, y para ello nada mejor que crear aquel tripartito que colocó a Cataluña al borde de la suspensión de pagos, con la inestimable ayuda de otro imbécil -ZP- puso en marcha un proceso constituyente para dar a luz un engendro de Estatuto que, con múltiples errores en su transcurrir por las Cámaras Parlamentarias, terminó abolido por el Tribunal Constitucional, pero que fue el mejor de los instrumentos al servicio del victimismo nacionalista.

Y en ello estábamos cuando el actual Gobierno de España muestra su lealtad inquebrantable a la Troika, dando ejemplo de cómo la soberanía del pueblo español ya no reside en sus Cortes, se ha trasladado a Bruselas, tras un lamentable proceso de usura y de rescate a las entidades financieras que llevaban tiempo especulando hasta que se les cayó el negocio y sus capitanes abandonaron los barcos llevándose el botín para indignación del pueblo llano y la oportunidad de los catalanes fenicios que acuñaron el grito -como cuando el 2 de mayo y la francesada- ¡España nos roba!.

Si la soberanía está en las instancias económicas de Bruselas. Si la clase política española se hace famosa por la corrupción generalizada. Si los desmanes de unos dirigentes engominados rompen las comunicaciones necesarias entre pueblo soberano e instituciones democráticas de gobierno, el ambiente del naufragio es perfecto para emprender la salida de España. Mejor solos. Con lo que aportamos al Estado viviremos mejor, sin deudas, sin tener que pagar los vicios y desmanes de jefecillos capaces de hacer aeropuertos en Ciudad Real, Castellón, Huesca, o esas obras faraónicas que nadie sabe para qué sirven salvo para "dar de comer" a las compañías que "presuntamente" financian a los Partidos Políticos y sus cajas b con las que pagar sobre sueldos.

Pero, ¿y qué culpa tiene mi hija Blanca que reside en Barcelona?. ¿Y qué nacionalidad le aguarda a mi nieta que nacerá en diciembre en Barcelona?. ¿Y qué trato le dispensarán a mi yerno, catalán, hijo de andaluces, aficionado a los toros y partidario del Real Madrid?.
¿ Cómo cobrará su pensión mi íntimo amigo y compañero de profesión el Doctor Unzueta Merino?. ¿Qué idioma le obligarán a usar, más allá de ser un políglota que domina las lenguas oficiales de la UE?.

Creo que a todos los españoles nos concierne lo que está pasando en Cataluña, no sólo porque lo promulgue la Constitución Española, es que tenemos raíces sentimentales, familiares e históricas en Cataluña, que se hizo grande gracias a la desviación de fondos procedentes del ahorro de la España que ahora desprecian o tratan de colocar en el mismo plano que esos clientes a los que llevan tiempo vendiendo sus productos fabriles o el cava con el que se celebran las fiestas de los pueblos que piensan y hablan en español.

Pero la suerte está echada. Todos sabemos que el proceso dará mayoría suficiente a los independentistas. Conviene que los estúpidos posibilistas colaboracionistas que siguen vendiendo: no queremos alianzas frentistas, no queremos que se nos confunda con los "inmovilistas" incapaces de modificar la Constitución Española, no queremos que se nos discuta que Cataluña es una Nación y como tal debe tener un trato diferente al del resto de las comunidades de España, despierten y hagan algo más que "cogérsela con papel de fumar". Ya ni siquiera es tiempo de discusiones bizantinas. Para los independentistas el objetivo está muy claro. Quieren dejar de ser españoles sin perder al cliente español con el que piensan seguir haciendo negocios para disponer de una saneada balanza de pagos. Lo que no han dicho es si devolverán lo que deben…

Uno que ya es veterano en la historia moderna de España, tal como anuncio al principio, me muevo entre la indignación. -¿Cómo se ha permitido llegar hasta aquí? - y la preocupación. -¿Qué piensan hacer los que representan la soberanía del pueblo español?. Y, cuál será el ambiente. Recuerdo aquella frase. "…y, al que no quiera ser libre, le obligaremos".

No me preocupa tanto las salidas del capital como la de los ciudadanos españoles que residen en Cataluña al día siguiente de proclamar la independencia. A los primeros, les basta con transferir sus dineros a otros lugares más seguros. A los segundos no les quedan más que tres caminos: Jurar los principios fundamentales del nuevo régimen y ser como aquellos judíos conversos que se cambiaron los apellidos. Salir con lo que puedan y ser refugiados. Esperar como en el conflicto de los Balcanes, que el Estado ponga remedio, por las malas, a una aventura secesionista que no es de hoy, ni de ayer, es de siempre, y con la colaboración estúpida, cuando no interesada, del complejo hispano de inferioridad o de culpabilidad.

Espero no tener que arrepentirme de haberme jugado la vida por la dignidad de ser español durante catorce años.
Mosquera Mata, Pablo A.
Mosquera Mata, Pablo A.


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