Antonio Machado

El 22 de febrero de 1939 moría en Colliure, en el exilio francés, Antonio Machado y tres días después su madre. Fueron el símbolo vivo de la diáspora republicana. Las escenas que se ven en estas semanas de miles de refugiados que se agolpan en Grecia, Macedonia, Serbia, Hungria y Sicilia huyendo de los horrores de la guerra o de la miseria no son extrañas a los españoles si nos asomamos a la historia cercana de la emigración económica y con tintes dramáticos al final de la guerra civil y en todo el siglo XIX a los exilios políticos.

Antonio Machado personifica este drama, este desgarro de dejar su tierra y huir hacia lo desconocido. Esta emigración masiva ante la que no hay respuesta desde una Europa timorata y cobarde. Los europeos miramos hacia otra parte, con impotencia ante la miopía de nuestros politicos. En Cataluña se vivió el éxodo masivo de los desesperados de 1939 que huían a pie en condiciones lamentables, mientras ahora su Conseller de Justicia no se apiada de la suerte de los refugiados que mueren y malviven en el Canal de Sicilia, sino que se complace en la visión delirante de los Países Catalanes.

Se debate la crisis, los recortes, la austeridad y la situación en Grecia, donde el populismo de Syriza prometió una liberación de las garras de la Sra Merkel y sus amigos de la Troika y ha tenido que replegarse con el rabo entre las piernas. El desasosiego de las bolsas y el resfriado de la economía china en que sus ciudadanos tomaban a la bolsa como si fuera el bingo. Una primavera árabe que se ha tornado pesadilla arabe. Son todos conflictos que ocupan y preocupan a la clase política europea. El fantasma del terrorismo que asoma su patita negra por debajo de la puerta como en los cuentos infantiles. Nuestro discursivo y verborreico ministro de asuntos exteriores se inquieta en tonos apocalípticos por la amenaza de Podemos.

De los refugiados, de los miles de Antonio Machado, se ocupan solo las ONGS como Médicos sin Fronteras y los abnegados miembros de la Cruz Roja. No son una plaga, Mr Cameron, son seres humanos a los que tenemos que proteger. No se trata de una amenaza exterior, sino un drama de humanidad que hay que afrontar. La inacción de las Naciones Unidas es un reflejo de la indiferencia de los países que las componen. Son miles de Colliures anónimos. No se ejerce el buenismo zapateriano, se experimenta una sensación de horror y de impotencia ante las imágenes que nos sirven todos los días los medios de comunicacion.

Donde están los lideres? Donde queda la solidaridad europea? Comprendo la inutilidad de clamar en el desierto, pero quienes amamos la Poesía tenemos que hacerlo en memoria de Don Antonio Machado y de sus versos infinitos.

(Joaquin Antuña es Presidente de Paz y Cooperación).