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Vasco, el trovador

martes, 28 de julio de 2015
Todavía existe en Moeche (partido judicial de Ferrol) los restos del famoso castillo de este nombre, que habitaba en el siglo XV el temible y aborrecido Nuno Freire de Andrade, apodado o Mao ( el Malo), al cual obligaron a huir los sublevados <>, cuando se levantaron en armas contra los abusos de los señores feudales.

Pero algo anterior a esto fue lo acontecido a Vasco, el trovador amado por la hija Beatriz de don Nuno, a la cual este había castigado, encerrándola en su cámara para que no pudiera tener con el mancebo la más pequeña comunicación.

Pero el amor no se resigna a perder sus ilusiones y esperanzas, y el enamorado Vasco, aun exponiéndose a las iras del temible don Nuno, se consolaba cantando en la soledad, aunque procurando siempre aproximarse al castillo, con la ilusión de que su amada pudiese oírle o, por lo menos, intuir su presencia.

Y una tarde, habiéndose enterado de que la hermosa Beatriz se hallaba encerrada, prisionera de su padre, melancólicamente entono un nuevo cantar, acompañado por la música de su laud.

Ave que pasas cantando
al declinar de la tarde;
céfiro que jugueteas
entre el espeso ramaje;
limpio arroyo que cruzas
rumoroso por el valle,
acariciando las flores
con tus sonoros cristales,
id a mi bien y decidle
que aquí, solo con su imagen,
dando queda al libre viento
sentidos ayes su amante;
decidle, si, que sus penas
son la causa de mis males;
que en mis juramentos fíe;
que enjugue el llanto…. Que ame……

Don Nuno, que volvía hacia el castillo después de una tarde de caza, se quedó sorprendido y enojado al oír aquella canción y, dirigiéndose a él, le gritó:

¡Calla, bellaco! ¿por qué te atreves tú, de sangre plebeya, a alzar tus ojos hacia mi hija?

A lo que el joven respondió con dignidad y hasta con un punto de altivez. Perdón señor; la nobleza está en el alma, no en las venas de la sangre. Y la sangre se hereda, del alma de Dios sólo es padre.

A lo que el de Andrade exclamó colérico: ¡Miserable! Si no te arranco la lengua, es solo por no mancharme; pero aquí traigo un venablo y esto será lo que te haga callar.

Y se lo arrojó al infeliz trovador que, herido en el pecho, soltando el laúd, intentó con sus manos crispadas arrancar el arma que le había derribado sobre el césped, ahora teñido de sangre.

Don Nuno, sin dar mayor importancia al hecho, siguió camino del castillo con sus lebreles, comentando el lance con los monteros que le acompañaban.

Pero al llegar no fue derecho al postigo donde le esperaban sus pajes, sino que se dirigió a la puerta de la torre. Allí estaba encerrada Beatriz, su hija; allí suspiraba y lloraba la infeliz. Pero al ver a su padre sale a su encuentro y, haciendo una reverencia, le dice:

¡Dios guarde a mi señor el conde, mi padre! Bienvenido sea el caballero que seguramente muy buena caza me trae.

Y don Nuno le responde con una risa sarcástica:

No lo sabes bien, hija mía; aquí te traigo…. Un lobezno que ambicionaba mi sangre.

Se vuelve entonces a sus servidores, haciéndoles seña de que se acerquen y muestra a Beatriz el cuerpo yerto y ensangrentado de su amante, el joven trovador.

¡Vasco! ¡Dios mío! Gritó Beatriz, arrojándose al suelo para besar el cadáver, cuyo rostro riega con sus lágrimas.

Aquella acción produce tal enojo al de Andrade, que, en un momento de obcecación y de locura, clava su espada en la espalda de su hija, atravesándole el corazón.

Y así mezcló su sangre con la sangre del amante de su hija Beatriz.

( Santiago Lorenzo Sueiro es Presidente de Alianzagalega
Lorenzo Sueiro, Santiago
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