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Oro en el Museo Provincial de Lugo

viernes, 24 de julio de 2015
Asi, dicho como lo digo en el título, cualquiera podría imaginar que hay oro en el Museo Provincial de Lugo. No estaría equivocado en absoluto. Muchas piezas de oro, cuyo valor histórico sobrepasa en mucho al material, están expuestas y representan uno de los mejores exponentes de la orfebrería de una cultura que, poco a poco, se va dejando desvelar. Una cultura llamada “castrexa” (castreña), con muchas similitudes con la Oro en el Museo Provincial de Lugocelta, pero que los que saben prefieren denominar con nombre diferente debido a peculiaridades que presenta.

Las joyas provienen de una colección particular y, en su mayor parte, fueron halladas en diversos castros de la Comunidad Gallega. Lo mismo que podemos ver las joyas, también resulta posible visitar los castros en los que fueron encontradas y, entonces, surge la maravilla y el asombro.

Las joyas nos hacen pensar en una cultura refinada en gustos y técnica, con alta capacidad para trabajar el oro. Los castros donde aparecieron nos permiten imaginar una vida dura, muy dura, para sus habitantes. Eso es lo que me maravilla y asombra, pues siempre fui proclive a pensar en otros tipos de vida en quienes alcanzaban tal desarrollo técnico.

Esta colección ha sido declarada Bien de Interés Cultural y es fácil visitarla. Sus joyas más preciadas son los torques y, entre éstos, el de Burela, una localidad al norte de la provincia, digamos que se lleva la palma en cuanto a calidad se refiere. Pesa 1,812 gramos y su oro posee una pureza de 23 quilates.

Procedentes de la edad del bronce, son collares en forma de herradura y se colocaban en el cuello con la abertura hacia delante. Sus extremos tienen salientes esculpidos en volúmenes de diverso tipo o zoomórficos.

Imagino a los jefes de los castros adornados con estas joyas como símbolos de su poder. Joyas de oro y pienso si tenían oro por ser poderosos o si, por el contrario, eran poderosos por tener oro. Es lo mismo. Oro y poder, una unión duradera en el tiempo. Una amiga mía me ha indicado que la más antigua referencia al oro como símbolo de poder, en Europa, proviene de Bulgaria, del quinto milenio A.C. Siete mil años de maridaje son muchos años como para intentar diluir un símbolo.

Ante estos torques pienso en el poder en un castro como colectividad como colectividad humana. Una familia dominante, o un hombre dominante. Tampoco es tan malo. En muchas manadas de mamíferos, de grandes mamíferos, también existe un macho dominante que ha logrado tal rango gracias a méritos propios. Cualquier etólogo nos puede hablar de eso. Pero veo que en esas manadas de mamíferos el rango no es hereditario. Me gustaría saber si en los castros la preponderancia familiar era tansmisible de padres a hijos, si era patrimonio familiar o no. Porque, de serlo, ya estaba instaurada en la humanidad ese lacre conceptual que es la posesión hereditaria. Porque también en mamíferos, nuestros parientes próximos, existe posesión, recordemos la territorialidad. Incluso en vegetales existe algo similar relativo al territorio ocupado por un árbol, por ejemplo. Lo malo de nuestra civilización es cuando aparece, no el concepto de propiedad, sino el de que sea hereditaria.Oro en el Museo Provincial de Lugo
Los antropólogos buscan rastros concretos en los yacimientos prehistóricos por ver si aquellos seres ya eran humanos o no lo eran. Uno de ellos es la existencia de enterramientos rituales. Cuando "los de entonces" trataban a los cadáveres con respeto y los protegían, era porque ya creían que había alguna trascendencia en nosotros. Otra característica que hoy buscan los antropólogos son las piedras pulimentadas, pues las simplemente labradas también pueden ser fabricadas en la actualidad por seres no humanos. Pero las elaboradas, las pulimentadas, requieren un proceso mental que va de ver la piedra tal como está, imaginarla cómo puede ser una vez elaborada, y hacerlo. Ese proceso, en el que entra a formar parte la imaginación y la puesta a punto de una idea, se interpreta que ya es humano.

Indudablemente, en la elaboración de todas esas joyas de la colección del Museo Provincial de Lugo, hay muchos rasgos que nos hablan de seres humanos que los construyeron, que las fabricaron. A mí, me gustaría saber si ya en ellos había aparecido el concepto de “hereditario” referido a la propiedad.

Mientras, la colección permite recrearse con una y mil ensoñaciones acerca de los habitantes de entonces, los gallegos de entonces, que ya eran aficionados a joyas y adornos geométricos. Una afición que se mantiene.

NOTA DEL AUTOR: Las fotos de torques utilizadas proceden del fondo fotográfico del Museo Provincial de Lugo. Muchas gracias.
Valadé del Río, Emilio
Valadé del Río, Emilio


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