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El hombre perplejo

lunes, 22 de junio de 2015
A mí los escritores siempre me sorprenden. Me sorprendió Neira Pampín cuando me dio a leer su novela "El Quijote de Madera", y comprobé que su “ópera prima” en narrativa estaba a la altura de su profesionalidad como médico. Y me sorprendió este hombre perplejo que es Joaquín Antuña, perplejidad por profundidad de conocimiento ante la realidad que contempla. Y resulta que cuanto más camina uno por las veredas de la vida, afortunadamente, más detalles lo sorprenden, quizás porque con los años uno va aprendiendo a mirar cada vez con mayor profundidad.El hombre perplejo
En GaliciaDigital, hace tiempo, Eduardo Guaylupo, que viene funcionando como nuestro corresponsal en Madrid, y es cronista de temas de relaciones internacionales, actividades de las embajadas, acontecimientos sociales de alto nivel, nos envió diversas crónicas sobre la actividad de "Paz y Cooperación", una fundación que basa sus acciones en la cultura y en la educación de los países en los que incide como medio de progreso y de futuro. Y mencionaba opinión y hechos de su presidente, Joaquín Antuña, que muy pronto pasó a ser uno de nuestros colaboradores más destacados por la altura y profundidad de sus artículos, por la visión intensa y de conjunto de pueblos y de hechos en cualquiera de los países del mundo donde actúa con su fundación.

Y la curiosidad que yo sentía por una fundación que lleva treinta y tres años trabajando en algo tan evanescente, y sin embargo tan vital, como la cultura y educación, fue asentándose al leer las opiniones de este asturiano de nación, licenciado en Derecho y en Ciencias Políticas, que se dedica a algo tan extraño en este mundo difícil de hoy -paz y cooperación- y que sin embargo los humanos deberíamos traer incorporado como un kit de supervivencia, por el estilo del simbólico “pan debajo del brazo” que se supone nos acompaña a todos los humanos.

Recibir cada artículo de Joaquín es una sorpresa y una alegría. Parecen improvisados, pero profundos. No sobra ni falta -nunca- una palabra. Y cada vez que trabajo en uno para incorporarlo a Internet tengo la sensación de manejar una pieza trabajada por un orfebre para el cual la palabra es un canal para dar salida a un caudal de experiencias, observaciones, ideas ... que merecen una acción de perennidad para que perduren en el tiempo. Que merecen ser publicados en libro.

Y, ahí, mi gran contradicción. Creo en Internet, el medio que parece "definitivo", al menos por ahora. Que llega a todo el mundo, en el que los artículos, los mensajes, permanecen para siempre con tal que uno sepa dónde encontrarlos. Soy decidido creyente e impulsor de esta tecnología que permite la inmediatez de la transmisión de las noticias, la permanencia -años y años- de esos mensajes ... pero no puedo olvidar que el libro, además de la presencia física, tiene esa magia cierta de impactar por todos los sentidos, y de la misma manera que nunca el video mató a la estrella de la radio como auguraba aquella ya vieja canción, Internet no acabará con el libro sino que los dos sistemas, los dos pilares ya de nuestra modernidad, se influyen, se complementan, se retroalimentan... y aunque sabemos qué fue primero si el libro o internet, acabarán por fundirse, y así este libro es una fusión, con la que me siento unido, fundido.

Para el creador de una Fundación llamada "Paz y cooperación", lógicamente la palabra es el arma esencial, y en ese sentido este libro es una batalla. Y digo en el prólogo que la función de esta fundación entronca con el secular lema del "ora et labora", o del más realista por más terreno que afirma que la solución no es darle un pez a un necesitado sino enseñar a ese hombre a pescar, proporcionarle soluciones de futuro, y una de las más importantes -esencial- es la solución basada en la educación y en la cultura.

En sus artículos - y en este libro, compendio de los más recientes- Antuña es el hombre perplejo que entiende lo que ve, conoce las posibilidades de cada país que visita, analiza las realidades y sabe - de la manera que Novoneyra proclamaba que "Galicia puede ser otra cosa" - que el mundo puede ser algo muy diferente; que los humanos estamos desarrollando actividades y acciones manifiestamente mejorables, y su perplejidad se deriva especialmente de la persistencia de situaciones y conductas cuando sería tremendamente fácil enderezar el rumbo y conseguir que la nave de los humanos viajara por un inmenso mar de la tranquilidad.

Y su perplejidad debería ser contagiosa y afectarnos como si fuera un poderoso virus benigno, transmitiéndose en cadena, para -por comprensión o incomprensión- forzarnos a actuar, a cambiar de formas de pensar y de vivir, a conseguir un mundo nuevo, radicalmente diferente de éste al que amamos pero no nos gusta.

Yo deseo larga vida al hombre perplejo que recorre el mundo con ojos serenos, de mirar profundo, para que siga viendo realidades y hablando de ellas. Y ya que tiene el don de la palabra, que nos contagie sus visiones, nos cuente sus experiencias, nos hable de cooperación, siga trabajando por la paz.

Estamos ante un hombre y un libro singulares. El hombre, que colaboró con Ruiz Jiménez, con Tierno Galván, que se inspiro en su amigo Aurelio Peccei, fundador del Club de Roma, colaborador de la Fao, premiado por la Unesco, Egipto, Los Emiuertos Aárabes Unidos, Irán, Panamá, o el Forum de las cultural de Monterrey, en Méjigo; que fue consejero de Greenpeace, publica libros, dirigió programas de televisión, promueve campañas culturales y educativas en todoi el mundo… yo estoy seguro que sus mayores satisfacciones son que lleven el nombre de Joaquín Antuña un hospital rural en Mauritania, un Auditorio en Sudáfrica, o una biblioteca infantil en la colombiana Bucaramanga.

Y un libro – siento un cierto pudor en decirlo – en el que aparece por doquier Galicia Digital, que no tiene en esta aventura más papel que el de ser cauce, válvula de escape de inquietudes de todo tipo lanzadas al infinito para que quien sea sensible –en cualquier lugar del mundo- pueda acceder a nuestros contenidos.

En definitiva, Galicia Digital, en este caso, puede ser la voz prestada a la palabra de Joaquín Antuña. Y hubo un poeta español, también norteño como él y como nosotros, Blas de Otero, que pidió “la paz y la palabra”. Antuña pide la paz, exige la paz, trabaja por la paz. Y lo hace armado, blandiendo el arma más poderosa que tiene el ser humano: la palabra. Y ese arma está cargada con trabajo, con ilusión, con energía, con tesón… está cargada de vida!

Joaquín Antuña lucha por la paz, con la palabra, con la vida. Y está perplejo. Todavía hay mucha miés que sembrar y recoger. Este libro, seguro!, le ayudará en su infinita tarea.

(Texto de Xulio Xiz en la presentación del libroo EL HOMBRE PERPLEJO, de Joaquín Antuña, el 18-6-23015 en la Galería Sargadelos, de Lugo).

En la foto, de izquierda a derecha: Xulio Xiz, Joaquín Antuña y Francisco Javier Neira Pampín.
Xiz, Xulio
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