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¿Como vai a nosa campaña?

sábado, 16 de mayo de 2015
En la segunda campaña electoral de Fraga como candidato a la presidencia de la Xunta, un avezado periodista de TVG, muy popular, le preguntó al político de Vilalba:

- ¿Qué, don Manuel? ¿Cómo vai a nosa campaña?

A lo que Fraga respondió…

- Dirá usted la campaña del PP… ¡Que yo sepa usted no es del PP!

A pesar de la corrección de Fraga, el chico siguió ejerciendo de periodista de partido, con gran bochorno de los “populares” inteligentes que sabían distinguir muy bien los términos propaganda e información.

Hoy en día no escandalizaría a nadie el reportero, porque la figura del periodista de partido se cotiza al alza en todas las televisiones, pero especialmente en la privada. Te pongo dos ejemplos: Francisco Marhuenda e Ignacio Escolar.

Marhuenda es el enemigo público número uno de la izquierda española y del nacionalismo catalán. Parece Dios porque sale en todas partes y a todas las horas, a pesar de que también dirige el periódico “La Razón”, con línea editorial de derechas, claro. El “azote del PSOE” es amigo íntimo de Mariano Rajoy y presume de ello. Marhuenda, además de periodista es abogado y profesor universitario. El no va a la tele por dinero. Los 300 euros que cobra en “La Sexta Noche”, te digo, son una miseria para uno de los profesionales mejor pagados del país. El va porque se siente periodista de partido, del PP, una especie de cartel electoral parlante que, por su exquisita cultura y dominio de la escena, supone el mejor pantallazo de la derecha.

Ignacio Escolar es el genuino representante de la nueva hornada de tertulianos escorados a la izquierda, tomando como referencia de la misma al PSOE, tal y como valoran el mapa político las televisiones. Fue director del diario “Público”, de línea psoeista, y sus posicionamientos son los mismos de Pedro Sánchez en sus mítines, incluso con frases coincidentes que más bien parecen salidas del argumentario del partido. Escolar dice a los más jóvenes del público televisivo lo que a ellos les gusta escuchar, se posiciona donde dicen estar los progres y tiene escena, que por algo fue un músico no muy exitoso antes de subirse al pódium de los periodistas transgresores, los que parecen puestos por “el” partido para incendiar la tertulia y ser la pesadilla de los demás. Y por si hubiera que pactar, también hace guiños a los movimientos sociales nacidos el 15M en la Puerta del Sol, de los que, a veces, parece una prolongación.

Marhuenda y Escolar son solo dos ejemplos de “periodista de partido”, pero si abres esa ventana al mundo que es la tele percibirás que este tipo de voceros políticos son legiones. Además, están en campaña todo el año.

El caso más lamentable de esta semana lo protagonizó Antonio Jiménez, que comenzó en la tele presentando “El Gato al agua” en Intereconomía y ahora presenta “El Cascabel” en el canal de la Iglesia. Entró a matar con el caso del conductor de la furgoneta del PP al que un loco identificado como tal hirió levemente con una escopeta de balines. Entrevistó al chico, que restó toda importancia al hecho y descartó la intención política. Pero Jiménez, erre que erre, intentó llevarle por sus vericuetos, a ver si el incidente desembocaba en una “acción terrorista” de los rivales del PP… que manda truco.

Estos días estamos viviendo la campaña electoral más anodina de cuantas he sufrido y ya son muchísimas. Tengo la sensación de que los políticos están tan desvalorizados socialmente que a la gente lo que le preocupa es que los nuevos alcaldes no roben tanto como los anteriores. ¡Desilusionante!

Pero lo que me da verdadera pena es en lo que se ha convertido el periodismo actual. Te lo digo así de claro: en el próspero negocio de una minoría empresarial y en la lamentable sumisión de quienes estudiaron para ser los portavoces independientes de una sociedad que sigue aún confusa, como en aquellos tiempos en los que nos llevaban a Madrid a hacer cursos “especializados”.

Recuerdo que en uno de ellos, uno de mis compañeros hizo una encuesta entre los “cursillistas” para comprobar que aspectos sociales interesaban más a los periodistas de la época.

Un señor de Ourense, dueño de un periódico, le contestó:

– A mí la Administración.

Aquello me hizo pensar que en el futuro seríamos como nos definía aquel opusino director-dueño de la SER, antes de la era Polanco:

– Mis empleados han de hacer lo que yo les diga.

Fue un alivio que terminase sus días como propietario de una granja de cerdos ibéricos…
Rodríguez, Xerardo
Rodríguez, Xerardo


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