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Los (inexistentes) derechos de las lenguas

viernes, 12 de diciembre de 2014
Si hay algo que me pone muy nervioso es que se hable de los derechos de “las lenguas” o de “los territorios”. Suponer que un pedazo de tierra, por el mero hecho de existir, o cualquier creación humana es titular de haberes es un error de bulto que tiene nefastas consecuencias.

Esto viene al caso por la campaña de rasgado de vestiduras que desde el nacionalismo gallego ha comenzado ante el retroceso que, por lo visto, recogen las últimas encuestas respecto al uso cotidiano, como lengua de uso habitual, que sufre el gallego respecto al castellano en nuestra tierra. Obviamente ya suenan las alarmas y se busca “remedio” a una situación que se enlaza con un daño tremendo a Galicia como “país” (perdón, a “Galiza”).

El uso mayoritario del gallego como lengua materna ha caído espectacularmente, o también puede que las encuestas que se hacían antes fueran menos fiables, vaya usted a saber. O las de ahora, que intereses hay en todas partes. Según nos cuentan sólo uno de cada cuatro menores de 15 años emplea el gallego como lengua habitual, y la cosa va a peor porque la generación anterior, los que están entre esa edad y los 30, lo usaban en proporción de uno de cada tres.

No seré yo quien discuta las conclusiones del estudio, ni el retroceso del gallego, ni su riesgo de desaparición. Lo que discuto es que la administración tenga que tomar cartas en el asunto para defender los derechos “de la lengua gallega”, porque tales derechos no existen. Así de simple.

Los únicos titulares de los derechos son las personas. Si los gallegos, por la razón que sea, quieren dejar de emplear uno de los dos idiomas cooficiales son muy libres de hacerlo, y cualquier acción que imponga lo contrario se encontrará con mi frontal oposición en la medida de lo que esto valga para algo, que será poco.

Imagino la reacción de algún lector (aunque pocos, imagino, de los que reaccionan así leerán este blog) escandalizado por esta postura. ¿Cómo no defiendo el gallego como patrimonio de Galicia? ¡Fascista!...

No señores míos, el fascismo es cuando el Estado o los poderes públicos intentan imponer algo que el pueblo no quiere. Si fuera al contrario, y el que estuviera en franca desaparición fuera el castellano, los que no usamos el gallego como lengua habitual nos tendríamos que fastidiar, pero resulta que no es así.

Defiendo la libertad de la Xunta o de la mitad nacionalista de la Diputación (con la complicidad de la otra mitad) de gastar millones de euros en subvenciones para sostener artificialmente el gallego en ámbitos en los que de otra forma habría desaparecido. No digo que sea lo lógico ni lo oportuno, con la que está cayendo, pero pueden hacerlo si es lo que les parece correcto. Pero lo que no defiendo es la imposición. Y la hay todavía.

Que un crío tenga que estudiar en gallego porque lo mandan en el cole es triste. Que estudie gallego como lengua es lógico, pero que le den matemáticas en ese idioma, si no es el suyo, es una aberración. Igual que lo contrario, que tenga que traducir las clases de geografía porque se las dan en castellano si su idioma es el gallego. Igual de absurdo. Igual de condenable. Igual derecho tiene el gallego hablante de recibir la educación en gallego que le castellano parlante de ir a clases en castellano. Que les dejen elegir.

Y eso fue lo que se nos prometió hace ya seis años. La famosa casilla en que los papás marcarían el idioma vehicular para sus hijos, y que sería determinante para que los colegios segregaran por idiomas. Sí, lo he dicho con toda la intención: segregación.

Si tengo que dar todas las asignaturas en castellano menos el gallego o viceversa no pretenderán que los críos compartan las aulas. Sería imposible. La consecuencia lógica es crear centros o aulas para unos y para otros. Y tampoco creo que pase nada si simplemente es por organizarse. También hay colegios en diferentes barrios y eso no supone segregar por áreas sino un ejercicio de mero sentido común.

Pero me estoy centrando mucho en la educación, cuando el tema es más global.

El nacionalismo anuncia campañas de choque, porque entienden que si el gallego retrocede pierden votos, sin ser conscientes que lo que más alergia produce en estas cuestiones es la imposición y que en una tierra no nacionalista como Galicia flaco favor le hacen al gallego asociándolo con una tendencia política. Baste que saquen una norma para poner los carteles en gallego para que surja un sentimiento españolista que no existía, por contraposición, porque a mí no me imponen lo que no sea estrictamente necesario, pensarán muchos.

Y mientras tanto el gallego cayendo en picado. Quizás los nacionalistas deberían replantearse su estrategia porque los tiros no van por donde ellos creen. Hablar gallego no es un estigma pero tampoco lo es hacerlo en castellano. La normalidad que ellos mismos rompieron era el secreto de la supervivencia del primero, y si te obligan a elegir… bueno, ya ven lo que se está eligiendo.

Respeten la libertad de cada uno y no nos vengan con normas fascistas, que de eso ya sabemos demasiado.
Latorre Real, Luís
Latorre Real, Luís


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