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Un clavo no quita otro clavo

martes, 25 de noviembre de 2014
¿Alguna vez lloraste la ausencia de alguien consolándote en los brazos de otro?
A nadie le gusta tragarse la “resaca amorosa” que le ha dejado una “ex pareja” a la persona con la que estas comenzando una relación. Pero, ¿Quién respeta los tiempos que se necesitan para curarse emocionalmente al finalizar un noviazgo?.

Tras una ruptura sobreviene un período de adaptación, que va desde los dos-tres meses hasta los dos años, dependiendo de lo que haya durado esa relación. Popularmente se piensa que “un amor se cura con otro”, y todo por no escuchar el dolor que desgarra desde el interior del corazón. Para que se centrifuguen rápido esos sentimientos, muchos se dejan querer rápido para no pensar, o se echan al cuello como “chupópteros” hambrientos de afectividad hacia víctimas inocentes fáciles de utilizar para evitar el propio silencio, que es donde uno se enfrenta al verdadero sufrimiento. Esa herida se encuentra a veces tan profunda que sólo con la nueva ilusión de conocer a una nueva persona se piensa que cicatrizará pronto.

Tambien puede darte por desear salir con gente que no conozcas, pasar cientos de horas en pubs, emborracharte, drogarte o comportarte incoherentemente para escapar a tu cruda y dura realidad.

El parche

La tirita que mejor encaja, aparentemente, es una nueva pareja, pero es el remedio menos indicado porque buscarás suplir inmediatamente las carencias que te ha dejado el anterior. Desplegarás un conjunto de rutinas, heredadas de tu “ex”, y querrás hacer lo mismo que hacías antes. Buscarás la misma forma de tener sexo, agobiaras y exigirás a la nueva persona que deba ser como el anterior y de alguna manera lo utilizarás para tu único capricho. Si intentas “sacar el clavo con otro”, el agujero en tu corazón se agrandará y los sentimientos acabarán dañando a más de uno. Por debilidad no eres capaz de superar tu vacio, así que le cargarás “el muerto” al primero que pase por delante de tu ventana, siendo muy egoísta y cobarde. El nuevo acabará como un muñeco roto y maltratado. Será como una persona “puente” con la que intentarás atravesar el camino del dolor, será tu “pañuelo”, con el que secar tus lágrimas.

Transición necesaria

En la mayoría de los casos, quien sigue ligado mentalmente a su anterior pareja, por mucho bien que pueda hacer el nuevo, seguirá enganchado porque no logrará borrar esas vivencias sean buenas o malas, sólo tapará por encima con nuevas cosas. Una nueva relación funciona cuando aparece en el momento que ambos están recuperados de los fracasos experimentados ya que el éxito de una relación está en la dedicación y cuidado que se ofrezcan desde el inicio.

Toda transición es necesaria; tener la suficiente introspección y soledad ayuda a “liquidar” el daño emocional sufrido, y sólo así se puede estar apto para rehacer la vida.

¡No seas martillo!

¿Qué te hace enredarte con personas que están pendientes de relaciones pasadas? ¿Quieres ser siempre desesperadamente su tabla de salvación?. Si empiezas una relación con alguien que no tiene sus capítulos amorosos cerrados, comprueba que no te utilice o vaya a desestabilizar tu vida. No quieras ser “el martillo” que saque siempre el clavo oxidado de los demás, ni cubras ese hueco porque si vas de rescatador por la vida, te harás una idea equivocada de lo que es sentirse querido o necesario para otros, ya que son dos cosas diferentes, ¡nadie puede dar lo que no tiene!. Si esa persona se pasa más tiempo hablando de su pasado con su anterior pareja, que de ti y él en vuestro presente o nombra la palabra “ex” cada dos por tres para buscar cualquier conversación donde desahogar el odio que tiene hacia el, ¡no nades contra corriente!, está claro que solo te quiere como espectador de su sufrimiento y no te tiene en cuenta, y seguramente nunca te tenga.

Tanto la alegría como la pena forman parte de la vida, todo esto nos hace crecer como personas, así que experimenta tu propio camino y deja de quitar clavos.
Castro Liz, Ana
Castro Liz, Ana


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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