Un cava español

Hay que ser un empresario muy osado para proclamar ante la Cataluña actual, controlada por el histerismo nacionalista, que su compañía, Freixenet, “es familiar, catalana y, por tanto, española”.

Freixenet es la mayor productora de cava del mundo. Fundada en 1861 en San Sadurní de Noya, Barcelona, actualmente cuenta con 18 bodegas en siete países de tres continentes.

Su presidente, Josep Lluís Bonet, ha insistido muchas veces en la españolidad de su grupo empresarial, a pesar de que el mercado español ya no es el más importante.

Siempre ha hecho la misma afirmación, pese a haber sufrido la campaña anti-cava que se desató en 2005 en toda España como represalia al boicot internacional que pidió contra el Madrid olímpico Carod-Rovira, de ERC, gobernando la Generalidad.

Otros elaboradores de cava o de la mayoría de productos catalanes que dependen mucho más del mercado español callaron y callan ante la ofensiva independentista.

Algunos, discretamente, se confiesan asustados por esa presión ambiental que Bonet supera con naturalidad, como acaba de demostrar en el congreso de la Confederación Española de Directivos y Ejecutivos (CEDE) que se celebra esta semana en Alicante.

La presión ha llegado incluso a muchos trabajadores del cava en San Sadurní de Noya, ayuntamiento controlado por los separatistas: un ejemplo preclaro de suicidas porque saben que una Cataluña independiente llevaría a la ruina a la mayoría de sus empresas, que dependen del mercado español.

Sólo Freixenet y muy pocas más con bodegas en otros países sobrevivirían.

Con tanta gente callada por el miedo a decir lo mismo que Bonet, la histeria colectiva y mártir de la Cataluña más visible, dominante e imperialista.

Frente al buen sentido de Freixenet, la desbandada tribal hacia la sima de los muertos, cuyos rastros serán huesos descarnados.