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Putin, Cuba y América Latina

miércoles, 23 de julio de 2014
Uno de los confictos internos irresuelto más viejos de la época
contemporánea, Cuba, vuelve a estar de actualidad por obra y
gracia del presidente ruso, Vladímir Putin, que ha visitado la isla
del Caribe estos días pasados para impulsar con fuerza las
relaciones bilaterales y poner un pie en América Latina.

Tal conficto dura ya medio siglo desde la ilusionada pero después frustrante llegada al poder del hoy octogenario Fidel Castro en 1959, ha superado la guerra fría, el intento de invasióm de la isla en la bahía de los Cochinos en 1961, la crisis de los misiles rusos que enfrentó a John F. Kennedy y Nikita Jrushchov y que estuvo a punto de provocar la tercera guerra nudial, se mantiene de generación en generación, es coriáceo, parece haber salido del tiempo y del espacio. "Si se me considera un mito es mérito de los Estados Unidos", dijo acertadamente Castro hace años en uno de sus muchos discursos interminables.

La Revolución Cubana no resolvió, claro está, los problemas de
Cuba. La hizo avanzar en alfabetización, lo que la distingue de los países de su entorno, en sanidad, en medicina y en igualdad
aunque con un rasero bajo... pero todo ello sin libertades, sin
democracia, sin elecciones, sin prensa ni radio libres, con un solo
diario, "Granma" -cuatro magras y tristes páginas, sin Internet,
sin Google -a los que el régimen teme más que a un nublado-, y
sin que los sufridos cubanos, considerados por los Castro como
menores de edad, pudieran decir esta boca es mía. Esta
revolución no consiguió subvenir a las necesidades más
elementales de los 11,2 millones de cubanos a lo largo de 50 años.

Ahora bien, hay que consignar en su descargo que Cuba soportó
durante ese mismo periodo de tiempo un férreo bloqueo por
parte de EEUU, aislamiento económico y comercial que sufre en
particular el pueblo y no sus gobernantes.

UN REGALO DE 35 MIL MILLONES DE DÓLARES

Aislado por los EEUU y la Unión Europea tras la anexión
unilateral de Crimea, el autócrata ruso se revolvió con rapidez,
buscó desaladamente aliados y los encontró en Latinoamérica:
Cuba, Brasil y Argentina, a donde viajó.

A Cuba llegó como un rey mago con una saca de regalos: el más
importante fue el de la condonación del 90 % de la deuda abisal
que la Perla de las Antillas había contraído con la Unión Soviética
y que ascendía a la mirifica suma de 35 mil millones de dólares.

El 10% restante será devuelto a lo largo de diez años en cómodos plazos y, lo que es más importante, se invertirá en la economía cubana. La verdad es que tales deudas de dinero no figuran más que sobre el papel, son incobrables, lo inteligente es cambiarlas por otras contraprestaciones en especie. El presidente Raúl Castro, también octogenario, calificó sin ambages de generosa la decisión de Putin que cayó como inesperada agua milagrosa sobre la reseca economía cubana. Si se tratara de otro líder podríamos decir que lo vino Dios a ver.

Olvidado el comunismo, la Rusia actual se convierte así en uno
de los socios capitalistas de América Latina, el dinero no tiene olor.

En distinto y también importante rubro, utilicemos el término
latinoamericano, Rusia se ofrece a realizar las inversiones
necesarias para crear un gran centro de transportes así como la
construcción de un aeropuerto internacional con la terminal de
carga en San Antonio de los Baños entre otros planes que
adelantan las agencias de noticias. Ambos mandatarios firmaron
un contrato para fabricar cuatro generadores destinados a la
central ternoeléctrica de Mariel y se comprometieron a proseguir
con las perforaciones en aguas cubanas del golfo de México en
busca del oro negro que acabaría con las penurias antes
evocadas, un "wishful thinking" ( deseo ilusorio) al que no hay
porqué renunciar.

BRASIL Y ARGENTINA, ALIADOS OBJETIVOS

En resumen, el presidente Vladímir Putin fue de viaje de
negocios a América Latina y regresó con las maletas repletas de
encargos, como el de la próxima compra por parte de Brasil de
un sistema antiaéreo de defensa y el establecimiento de una
cooperación nuclear pacífica con Argentina.

Con la presidenta brasileña, Dilma Roussef, firmó un importante
convenio de Defensa que venía retrasándose. De resultas, Brasil
tomará parte ya el próximo mes de agosto en una demostración
con fuego real del citado sistema defensivo, cuya adquisición se
llevará a cabo en corto plazo de tiempo. El gigante latinoamericano y el euroasíatico estrechan, pues, sus lazos.

Igual buen entendimiento se produjo entre Putin y la presidenta
de Argentina, Cristina Fernández de Kichner, en este rápido pero
fructuoso periplo de cinco días del político ruso por Sudamérica.

La estadista, escaldada por sus diferencias con el Fondo
Monetario Internacional (FMI), aboga por sustituirlo por un
Banco de Desarrollo de los BRIC (Brasil, Rusia, India, China,
Sudáfrica) y así se lo hizo saber a Putin, que parece convertido en
un gran proveedor de fondos para los citados países
latinoamericanos, aliados objetivos que reciben sus promesas y
contratos como agua de mayo.

El hábil y controvertido Putin, de 62 años, que domina la política
rusa desde 2004 ya como presidente ya como vicepresidente con
Dimitri Medvedev en la máxima función, ex super espía por haber
sido director del Servicio Federal de Seguridad (antiguo KGB),
creyente que le gusta mostrarse en numerosas ceremonias
religiosas ortodoxas, uno de los líderes mundiales más capaces
aunque de métodos expeditivos a veces dudosos, impulsa ahora
las relaciones con América Latina, en las barbas de los Estados
Unidos que consideran al subcontinente como su coto vedado.

Por todo elllo, las relaciones ruso- norteamericanas son cada vez
más tensas.
Acuña, Ramón Luis
Acuña, Ramón Luis


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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