Manipulación genética, sí

Dentro de un lustro unas bananas producidas gracias a la manipulación genética salvarán anualmente la vida de unos 700.000 niños y evitarán la ceguera de otros 300.000 solamente en las naciones más pobres de África.

En ese continente hay una gran producción de banana sumamente ecológica, pero con poca vitamina A, lo que causa muertes y cegueras infantiles si no se compensa con otros alimentos.

Una carencia que posiblemente será abundancia próximamente gracias a la ingeniería genética desarrollada en la Universidad de Tecnología de Queensland, Australia, por el profesor James Dale.

Dale, que casualmente, solo casualmente, porta el apellido de una multinacional frutera, comenzó investigando una enfermedad de las bananas, el Bunchy Top Virus (BBTV), que hace un siglo sólo dejó vivos a ocho de cada mil árboles, y cuya presencia es aún hoy peligrosa en todo el mundo.

Mientras no se ha conseguido dominar totalmente la enfermedad, el virus sirve para investigar la producción de plantas inmunes a él y, además, productoras de vitaminas en elevadas cantidades, en especial la A.

Una ingeniería que da esperanza a los habitantes de los países pobres, pero que genera protestas entre los supuestos ecologistas que, autoproclamándose defensores de la naturaleza, se oponen a que esta evolucione gracias al conocimiento científico.

De esta manera, algunos autoproclamados conservacionistas además de dañar a quienes necesitan un mundo más rico, sano y justo, contribuyen a la muerte y a la enfermedad de millones de seres humanos.

Hay ecologistas necesarios, sí, pero no los charlatanes del equilibrio de las fuerzas naturales, de la Pachamana, de sus chacras energéticas en posición del loto; son gente que come vegetales falsamente ecológicos, no mejorados genéticamente, lo que les de cara verduzca, los avejenta, y deja sin dentadura ni salud, y les genera malos humores.