Opinión en Galicia

Buscador


autor opinión

Editorial

Ver todos los editoriales »

Archivo

Un escaño compartido

viernes, 04 de julio de 2014
Todo o que eu amo é eterno
como ti Terra o eres
como as amadas mulleres
como as neves
máis leves
do máis esquecido inverno.

Uxío Novoneyra


Mi entrañable amigo poeta, Xulio López Valcárcel, lucense nacido en Quiroga, para mayor abundamiento, me ha enviado, desde la otra ribera del mar, su ensayo poético de viaje, memoria y testimonio, O Escano Baleiro, libro de bella y fina edición que guardé para su lectura en estas breves vacaciones de febrero, disfrutadas al amparo de una vieja caleta del llamado Norte Verde de Chile, convertida hoy en popular balneario, Guanaqueros.

Libros hay que uno hubiese querido escribir; éste es uno de esos… Caminar las rutas vitales de un autor amado, desde el sortilegio de la palabra poética, rescatando su memoria a través de los senderos del contumaz peregrino que somos, en la única resurrección posible, aquella que comienza con la contemplación del escaño vacío, que llenaremos con una presencia más perdurable que nuestros cuerpos, en virtud de anhelos hechos palabra creadora.

Una de mis tareas pendientes es conocer la comarca de O Courel, como caminante, desde las tierras de Quiroga, a donde mi abuelo Cándido iba de cacería, llevando al entonces cativo de mi padre como compañero y can de circunstancia, para que recogiera las torcazas que abatía con su escopeta, rito que éste iba a repetir, en campos del sur remoto de Chile, con su hijo Edmundo, en tácito encadenamiento de aficiones y ansias por abrazar sin pausa los incontables caminos.

Entonces, haciendo mío el propósito de nuestra Isidora Aguirre (1), acojo su exhortación, que es título de un libro memorioso: “Doy por vivido todo lo soñado”, y sin ánimo pretencioso ni sacrílego, comparto el escaño con Uxío, a quien no tuve la fortuna de conocer, y con Xulio, andariego de rutas fraternales, para entablar con ellos un coloquio que vincule, una vez más, nuestros mundos remotos y contiguos, en el mapa de la poesía, donde los kilómetros se conjugan en sílabas y los continentes se abren como las tapas cálidas de un libro cuya lectura acabamos de oficiar, en el febrero de este Último Reino, renovando las viejas y amadas verbas, tal y como lo sugiriera nuestro padre y devanceiro.

Ao fondo do camiño albisco a casa do poeta. A memoria devolve unha imaxe, a dun home manexando un chanto no lousado. Era Uxío Novoneyra reparando as goteiras con fortes, pesadas lousas que resistirán os ventos da invernía.
Na fachada dianteira, baixo un amplo cobertizo, arrimado á parede está o vello escano onde acostumaba sentar Uxío. O escano, baixo, de rústica factura en madeira, parece ofrecerse convidando ao descanso ou a disfrutar da fresca…


Cojo al vuelo la invitación de Xulio y, en sus palabras, volvo ao Courel sobre os seus pasos, mirando e sentindo, desde a miña experiencia o que el mirou e sentiu…

Nos hemos levantado los tres, para iniciar el viaje por las corredoiras del libro, lugares y rincones que tantas veces transitara nuestro admirado Uxío... No es un agasajo cualquiera y, como tal, convoco a quien siempre va conmigo, para tomar parte en el viaje, ahora que revivo sus sueños, dándoles vida como él sabía hacerlo: con las viejas verbas revividas en el ocaso, golondrinas sin tregua… Cada cierto tiempo, voy a la página 183, donde está el mapa que muestra la sonora grafía de los nombres, mientras subimos, desde Quiroga hacia el noreste, los montes que nos contaba Cándido Pai, como si los volviera a ver a través de la saudade: Conventos, Altos do Boi, Vidallón, A Campa, Valdomir, Eiriz (onde eu tiven unha noiva secreta)… Folgoso do Courel, Sobredo, Ferreiros de Abaixo, Ferreiros de Arriba, Parada, Cotelo, Esperante, Moreda, Seoane, O Carbedo, Romeor…

Surge la casa, en Parada, a Casa da Fonte, donde nació Eugenio Novo Neira, inmortalizado en la literatura como Uxío Novoneyra, en acertado bautismo estético… ¡A casa de pedra e cal vella/ -solaina e ventás prá serra-/ feita fai cen anos a miña maneira! Y si alguien sabe de casas, en sentido poético y fenomenológico, él es Xulio, que nos regaló su Casa Última, sita en la aldea mítica de Naemor, su pequeña patria de Quiroga. Ahora nos presenta y abre para nosotros los ámbitos secretos de la morada del poeta de O Courel, donde Uxío viviera su infancia y adolescencia, esas etapas vitales que cribarán lo que seremos en definitiva.

Y es imprescindible leer y escuchar la voz de Xulio, que sintetiza lo que pensamos y sentimos de aquellos espacios esenciales:

Consciente do legado recibido dos devanceiros, do peso da memoria, do gozo e do sufrimento habido entre aquelas paredes, Uxío amaba a súa casa sabéndose membro dunha comunidade da que formaban parte os vivos pero tamén os mortos. Uxío respectaba a tradición herdada e era fiel a ela, pousaba vagaroso a man sobre os obxectos e cando se dispoñía a ordenar ou facer limpeza era cuidadoso en extremo, pois sabía que estaba collendo un patrimonio material e emocional, afectivo, do que non era dono, só depositario:
Ando limpando a casa de cacharros e trastos
lacenas e faios sen deixar rechubazo.
Ando a tocarlles as mans ós antepasados…


El recorrido nos lleva por lugares, casas, iglesias, tabernas, paisajes, y también seres humanos que entregan sus testimonios vitales de Uxío, como ese paisano querido y luminoso que desde el amor a la tierra rústica y bravía de O Courel supo extraer la mejor síntesis poética, versos certeros, desnudos y prístinos como los amaneceres de la montaña, hondos y viscerales como los crepúsculos que inaugura en las aldeas el cotidiano y rasante vuelo del abrenoite.

Y están sus pares coetáneos, poetas y escritores que compartieron ese quehacer y que a menudo cuesta integrar en la difícil hermandad de la poesía… Xosé María Díaz Castro, Ánxel Fole, su fiel amigo Manuel María, los compañeros del grupo Brais Pinto, Ramón Piñeiro y otros…

Me detengo con especial fruición en el texto en que Xulio trae a nuestra memoria al poeta José Ángel Valente Docasar, pues más allá de la admiración que profesamos a este extraordinario orensano universal, a mí me liga una vieja amistad con los hermanos Valente Docasar, radicados en Chile hace más de cuarenta años: Manuel, Ramón y Marcial. Con este último, sobre todo, me unen afanes literarios de antigua data. Él es un destacado editor, y su hija, Paulina Valente Uribe, fina poeta chilena, con quien compartiéramos las aulas de nuestro Centro de Estudios Gallegos de la Universidad de Santiago de Chile. A través de Marcial y de Paulina pude conocer en profundidad la obra de José Ángel, acercarme a ese gallego que en los últimos años recuperara la lengua vernácula para su propia creación, mostrando en esa actitud el drama de los idiomas avasallados por la cerril incomprensión de los centralismos políticos, que imponen sus códigos burocráticos por encima de la libertad creadora.

Así lo expresa Valente en carta que recoge e incluye Xulio en su sobresaliente ensayo:

Hace unos meses fui visitado, repentinamente y sin buscarlo, por la lengua gallega, que tiene de todos modos muy sumergidos fondos en mí, y escribí de seguido siete poemas que he titulado Sete Cantigas de Alén…

Una noche, en casa de Manuel Valente, al calor de una incomparable cena gallega, Marcial recitó una de esas cantigas, que está en el acervo poético de mi memoria:
Escoita, mai, voltei.
Estou no adro
onde aquel día o grande corpo
de meu abó ficou.
Inda oio o pranto.
Voltei. Nunca partira.
Alongarme somente foi o xeito
de ficar para sempre (2).


Ya ves, caro lector, cómo se unen y entrelazan los confines y de qué manera nuestro prurito finisterrán no hace sino acercar la Galicia atlántica a la Galicia de la diáspora o de alén mar, como escribe Xulio… Por eso, recibir y disfrutar libros imprescindibles, como O Escano Baleiro, asume para nosotros un significado que está más allá de toda hermenéutica literaria o pasión por la palabra. Dicho por el propio Uxío Novoneyra:
Camiño de volta fago
volvo do cabo do Mundo.
Terra sólo en ti me fundo:
é a certeza que traio.


Quisiera seguir hablando y escribiendo de este libro que gocé en el verano del Sur, pero no es posible en el acotado espacio de la crónica. Cabe sólo agradecer a Xulio López Valcárcel y anotar en mi libro de débitos literarios esta nueva deuda de uno de sus galanos, que espero recibir hasta que mi propio escaño quede vacío…


NOTAS
(1) Isidora Aguirre, nacida en 1919, es más conocida en la literatura chilena por su producción teatral. Recién en 1987 incursiona en la novela con "Doy por vivido todo lo soñado". A pesar de ser una novata en este género, Aguirre demostró poseer un don innato en el arte de narrar. La autora falleció el 25 de febrero de 2011, a la edad de 92 años.
(2) Sugiero ver, en Internet, el ensayo Tierra de Meigas: Cántigas de Alén, de Paulina Valente Uribe, sobrina chilena de José Ángel Valente.
Moure Rojas, Edmundo
Moure Rojas, Edmundo


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


PUBLICIDAD
ACTUALIDAD GALICIADIGITAL
Blog de GaliciaDigital
PUBLICACIONES