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La avaricia del Estado

sábado, 28 de junio de 2014
Me llamó por teléfono para decirme que precisaba hablar conmigo… y cuando traspasó el umbral de la puerta de mi casa supe que había estado llorando a lágrima viva porque aquellos sus ojos contaban tragedias.

– ¡Me ha despedido! ¡Después de veintidós años trabajando como un desgraciado me ha despedido! ¡A mí, que me ponía como ejemplo en aquellas cenas de Navidad de antes de la crisis!…

– ¡Artista, que eres un artista!

– Suso, el muy desgraciado, siempre me llamaba artista. Ahora me echa… ¿Qué voy hacer?

Paco estaba destrozado. Le di un abrazo fuerte y una taza de café de Georges Clooney. Se quedó a comer y estuvimos charlando hasta que el sol se puso detrás de A Costa, allá por Trasmonte.

Mi amigo tiene 48 años y desde los 22 es diseñador gráfico. De los mejores que conozco; así que… estoy seguro… detrás de este despido, como de otros muchos, hay tanta avaricia empresarial que da asco.

A Paco le han mandado al paro las nuevas leyes laborales de Rajoy y su ministra. Su avaro jefe, poseedor de caseríos, pisos, coches de lujo, cuatro hijos, esposa joven y amantes, se apoyó en esas leyes para sustituirle por una muchachita de 22, que además de ser guapa y un poco casquivana, solo cobra un poquito más del salario mínimo, por ocho horas de trabajo y alguna que otra hora extra.

Aún hay más. El ahorro es una miseria y el cabrón del “emprendedor” un miserable. El despido de Paco no le resultó barato, así que incluso el beneficio empresarial se lo fía a medio plazo.

Pero Paco aún tiene para ir tirando unos cuatro o cinco años, porque él es de la vieja ola y no le pillaron “las rebajas del despido”…

Ni siquiera le afecta la nueva “reducción” de impuestos que aprobó Rajoy y su ministro Montoro, la misma que suprime dos tramos del IRPF para que las clases medias paguen lo que dejan de pagar los ricos, lo que no deja de resultar indignante. Porque es verdaderamente repudiable que el Estado devore a sus hijos como Saturno, engañándoles una vez más con una ley que solo favorece a unos pocos.

Pero si creías que con ella se ponía fin a la avaricia del Estado es que no te has enterado bien de la última de Montoro:

– Sí, de la indemnización por despido los trabajadores tendrán que cotizar una parte…

– ¿Cómo?

– A partir de dos mil euros por año, los despedidos tendrán que pagar un impuesto especial al Estado…

Yo no sé si Pablo Iglesias asesora a Maduro o es amigo de los de Bildu. Me importa un rábano que Antonio Jiménez y sus mariachis digan que es el diablo con coleta. A la vista de este terrorismo económico estatal tan salvaje, cualquier persona que se ponga en contra de estos legisladores, contará con mi apoyo. Es más, animo a los jóvenes de los partidos, honestos y preparados, que están tan indignados como los demás, a tomar el relevo generacional, revolucionando desde dentro de las formaciones todo ese sistema caciquil que está matando nuestro bien ganado estado de bienestar.

¡No podemos permitir que la avaricia de un Estado y su gobierno pretendan cobrar un impuesto a las personas que despiden los “emprendedores” avariciosos, esos que no solo envían a nuestra gente al paro sino que destruyen a su familia!

Creo que el nuevo Rey Felipe VI, de la generación de Paco, bien podría cumplir con su trabajo de mediador para evitar tales abusos… ¡Sería mejor comienzo aún que recibir a gais, lesbianas y transexuales! ¿No os aparece?
Rodríguez, Xerardo
Rodríguez, Xerardo


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