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Lo público y lo privado

jueves, 26 de junio de 2014
A lo largo de estos años, ha habido una tendencia generalizada, sobre todo en ciertas tertulias televisivas, a valorar más lo privado que lo público, menospreciando a los trabajadores públicos y considerándolos a veces poco menos que unos vagos que se pasaban la mayor parte de la mañana tomando café, todo ello a pesar de que la atención al ciudadano por parte de los funcionarios de la enseñanza, la sanidad o la seguridad, por ejemplo, es bastante mejor que la atención por parte de las empresas privadas, como por ejemplo los operadores de telecomunicaciones que prestan una atención telefónica con operadores ubicados en no se sabe que países, y a pesar de que algunos funcionarios son, en cierto modo, emprendedores que tienen la iniciativa de emprender acciones que llevan a la mejora de los servicios prestados a los ciudadanos.

Con frecuencia se dice que a los funcionarios se les paga con los impuestos de todos los ciudadanos (exceptuando los defraudadores, claro) y que, por otra parte, "las empresas privadas pueden hacer lo que quieran con su dinero, porque es su dinero", lo cual, en principio, parecería un argumento incuestionable. Pero las cosas no son exactamente así, porque el dinero que cobran las grandes empresas en los grandes contratos que hacen con el Estado, también sale de los impuestos de los ciudadanos, y no digamos las subvenciones estatales a dichas empresas. Además, el dinero de las empresas privadas, y por tanto el dinero que cobran los altos ejecutivos, también es dinero que sale de los ciudadanos como clientes o consumidores que somos. Por lo tanto, los ciudadanos tendremos algo que decir, porque pagamos impuestos y porque somos los clientes.

Se puede argumentar que los impuestos hay que pagarlos, sin posibilidad alguna de elección. ¿Y qué? Tampoco se puede elegir estar sin teléfono, sin luz o sin gas, o no echar gasolina ni tener una cuenta en un banco, o no alimentarse. Por lo tanto, obligatoriamente, hay que contratar con las correspondientes empresas privadas, y no hay mucho donde elegir porque en los sectores de telecomunicaciones, electricidad, combustibles, banca y alimentación, nos encontramos casi siempre con oligopolios formados por un máximo de tres empresas predominantes en cada sector.
Paz Palmeiro, Antonio
Paz Palmeiro, Antonio


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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