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Los nombres de las calles

lunes, 09 de junio de 2014
En mi ingenuidad creía que las calles, aquí en España, acostumbraban a ser nominadas así para realizar de homenajes a personas ilustres relacionadas con el pueblo o ciudad en cuestión. Y me parecía bien, en cuanto era un modo expresar la gratitud de los vecinos con sus benefactores-el sistema americano de numeración, siendo imparcial, también fuese fruto de su escasa historia- Así era habitual encontrar calles como Ramón y Cajal, Pintor Sorolla o Zorrilla. Sin embargo, había otras mucho más controvertidas como caudillos, generales o “mártires de guerra”. En la Transición, se crearon nuevos barrios en las ciudades en los que se adoptó por buscar nombres exentos de polémica como nombres de ciudades, cereales, minerales o cuales quieres otros parecidos.

Personalmente creo que, si bien se evitaba la confrontación, resultan “insípidos” porque los pueblos y ciudades están plagados de personas que han sido servidos altruistamente por personajes nativos y que, como tales, merecen el reconocimiento popular. Sin embargo, con demasiada frecuencia, vemos que son pequeños grupúsculos los que imponen su voluntad llevados por fervores políticos y se encumbran personajes forasteros de cuarto y mitad en detrimemento de los propios que, generalmente, son los que de verdad han servido a generaciones y generaciones de vecinos.

Estoy hablando de directores de coros y bandas de música, maestros de reconocido prestigio, médicos de beneficencia-cuando ésta se practicaba- mecenas o filántropos a los que se ha abandonado sin el justo reconocimiento. Y siendo partidario de los nativos, no dejo de reconocer la gran labor que, a veces, realizan personas forasteras y que, de alguna manera, tienen menos obligaciones para la ciudadanía que los nativos.

Dicho en lenguaje claro: en mi pueblo, Viveiro, hay camarilla con eco entre los políticos que propusieron y proponen homenajes tan peregrinos como a Maruja Mallo o a Carlos Oroza. Miren, señores, si bien los dos son artistas consumados- según críticos a los que no alcanzo a comprender ( Disculpen al iconaclasta)- ni uno ni otro han hecho jamás nada por el pueblo. Maruja Mallo nació en Viveiro por accidente y se fue tan pequeña que ni los más viejos del lugar de su generación la recuerdan. A Carlos Oroza sí, se le recuerda, por ser, efectivamente, hijo del pueblo; pero su único mérito, al día de hoy, es haberlo despreciado por activa y por pasiva. La soberbia y ese gesto altivo con que nos trató al resto de los ciudadanos durante su vida tienen memoria. No, no se trata de negarle su inteligencia, que quizás sea mucha, ni su valía como poeta que ya he reconocido en otro artículo; se trata de preguntar a quien sea capaz de decirme qué ha hecho por Viveiro y cómo se benefició la ciudadanía. ¿Con sus poemas? ¿Qué tienen de solidarios con las gentes del campo o del mar que eran sus vecinos? ¿Dónde se encuentran “las raíces galaicas” de Maruja Mallo? ¿En la negrura de su obra? Ya está bien de tantas magnificencias y tantos rollos inflados de intelectualidad.

No quisiera ser, por otra parte, un rencoroso y envidioso aprendiz que aproveche la senectud de una persona para despellejarla. Muy al contrario, han de saber mis lectores que admiro ideas de vanguardia poética del Sr. Oroza, así como esa búsqueda de la luz y luminosidad de su obra-lo cortés…Ahora bien, muchas veces somos tan cretinos, que nos dejamos impresionar por las extravagancias y las “boutades” y, en cambio, minusvaloramos a personas quizás tan inteligentes como ellos, pero mucho más cercanas, sencillas, humildes y que se entregan en cuerpo y alma al servicio de los demás. Estoy recordando a algunos como Prados Ledesma, sus colegas Rivera Casás o Dª Herminia Salas y hasta el recientemente fallecido alcalde Melchor Roel. Ellos sí, se han implicado en la vida de la colectividad vivariense, aunque la labor de Rivera haya sido en San Ciprián ¿Qué recuerdo ha habido para Chao Espina o el propio Leal Ínsua?

Harían bien las autoridades en informarse bien y no fiarse tanto de lo que digan las camarillas o yo mismo. Cada cual nos debemos a nuestros ejemplos.
Timiraos, Ricardo
Timiraos, Ricardo


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