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La superioridad intelectual sí que existe

sábado, 24 de mayo de 2014
Desde el debate de hace una semana los medios informativos y las tertulias de radio y televisión se centran en el supuesto machismo del principal candidato del PP a las elecciones europeas, Miguel Arias Cañete, ante la socialista Elena Valenciano.

Pero la propaganda socialista añade ahora que, junto al machismo, Arias Cañete rezuma un peligroso clasismo derechista, contrario a la igualdad, por referirse a su “superioridad intelectual” sobre Valenciano.

Y ningún psicólogo, sociólogo o antropólogo se ha atrevido a defender que la superioridad intelectual existe, sí, igual que unas sociedades están más evolucionadas que otras.

Desde el PP sólo han recordado sin demasiado énfasis que el PSOE mantiene como presidente de su federación vasca a Jesús Eguiguren, condenado en firme por pegarle a su mujer, y al que ha defendido el número dos de Valenciano, Ramón Jáuregui, al sugerir que los malos tratos habían sido un incidente menor.

Sometidos a la dictadura contemporánea de lo políticamente correcto, los populares temen defender fuera de los circuitos académicos o de conmilitones la existencia de cualidades humanas y sociedades superiores porque cultivan libertades, talento y esfuerzo.

Han vuelto inaceptable afirmar que hay seres más inteligentes y/o preparados, y que existen sociedades menos desarrolladas que otras; por eso presionaron a Arias Cañete para que pidiera perdón avergonzándolo por haber dicho una verdad obvia.

Estamos intimidados por el reaccionarismo igualitaro pseudoprogresista y por el relativismo social que frenan el esfuerzo y la meritocracia, motores de la evolución individual y colectiva.

Miguel Arias culminó su carrera académica y es abogado del Estado, mientras que Valenciano fue incapaz de concluir Derecho y acabó de telefonista del PSOE, teniendo ambos familias que les impulsaron hacia estudios universitarios.

Eso no indica que alguien sin carrera sea inferior a quien la tiene, sino que en este caso que una persona tuvo más voluntad, y se cultivó con mayor esfuerzo hasta adquirir su superioridad intelectual.

Negar esa primacía es negar la posibilidad que todos podamos subir algún escalón en nuestra evolución.

Proclamar la igualdad intelectual es condenarnos a la mediocridad, a la ignorancia, es creer que ser analfabeto es tan valioso como ser sabio, es involucionar hacia la edad de piedra.
Molares do Val, Manuel
Molares do Val, Manuel


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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