La vida es una maldita competición y toda lucha tiene vencedores y vencidos. En Galicia se celebran concursos hasta la saciedad y como no nos llega el de la empanada, el del vino albariño o el de las filloas a la piedra, nos apuntamos al futbol. Nos hacemos del Madrid o del Barça, como todos los futboleros del mundo; también le cedemos el corazón a la Roja y este año, unos pocos, nos unimos a la enfervorizada afición del Atlético. Eso, además de nuestro incondicional sufrimiento por el Celta y el Deportivo. Ya nos vale.
Lo que yo ignoraba es que además de fans del percebe, la sardina, el lacón, los grelos, la costela de porco, el churrasco, la lamprea o la angula
este año estrenamos también título de eurofans, que ya le ronca
- Que sí, hombre, mujer, que nos salieron hasta de debajo del dolmen de Axeitos.
Te cuento. Proporcionalmente, Galicia ha votado mucho más a Conchita Wurst que el resto del mundo
Sí, a miles y miles de gallegos les encantó eso que se decía hace años
¿Será o no será?
Mi amigo Pepe, dueño del desaparecido Riomar Club de Vigo, fue el primero en traer a Galicia a media docena de artistas que serían
o
no serían. Aquell@s, además de hacer un playback sobre el escenario imitando a Estrellita Castro y demás folklóricas populares La Pantoja aún no había nacido- también alternaban. Recuerdo que uno de mis colegas noctámbulos salió corriendo del coche, en pelotas, con la complicidad de las sombras de los pinos de Samil, porque el bueno del hombre algo había notado. Como ya murió, pobre, no puedo preguntarle qué opina de lo neutro en Eurovisión.
Estas cosas, hoy en día no espantan a nadie, que va, pero sí adulteran la competición, que diría Luís Enrique. Porque Conchita Wurst, la mujer barbuda, que será o no será
ganó por su look y su puesta en escena diferente
nada menos que el Festival de Eurovisión. Y tengo una amiga eurofans que dice
- Pssssch
¡No canta mal! Pero se lo merecía Ruth Lorenzo. Fue la mejor de todas y no hay derecho que se vote a alguien porque resulta extravagante.
Lo que te decía. En todo concurso hay vencedores y vencidas. Al final unos quedan muy contentos y las otras, como te diría yo, creo que estudiaron muy bien el papel de buenas perdedoras.
Pero en este caso concreto, entre lágrimas y sonrisas, no sé yo quien se queda más a gusto
Si Conchita Wursht o Tom Neuwirth. Porque la semana pasada, días antes de celebrarse el festival, Conchita y Tom, los dos en una, le contestaron así a un periodista:
- Esta es la historia de malos momentos y de la lucha contra las cosas difíciles, así como las ganas de superarme creciendo para, espero, convertirme en alguien mejor. Mucha gente dice que es homosexual pero no necesita barba y un vestido para expresarlo. Yo sólo quiero demostrar que pueden ser aceptados de todas las maneras. Que tienen el derecho a hacer lo que quieran
Esas palabras quizá te hagan comprender las lágrimas de Conchita Wurst su apellido significa salchicha, en alemán- y las sonrisas de Tom Neuwirth, el chico crecido en Austria que se convirtió en la mujer barbuda, cuyo alter ego nació, según cuenta en su propia web, en las montañas de Colombia. Todos son el mismo
o quizá la misma.
En Eurovisión 2014 triunfó eso que entendemos por tele-realidad, que ya no basta una buena canción para conseguir el éxito
aunque esta vez, al menos, nadie habla de fracasos de la representante española que vive en Inglaterra y graba sus discos en Los Ángeles.
La globalización está lo suficientemente consolidada para que gane la Copa un entrenador italiano, la Liga un argentino de Rosario y la Champions un porteño
aun cuando los equipos respondan a nombres españoles, como sus fans.
¿O no es así?
- No, puede que te hayas equivocado en las competencias
