Opinión en Galicia

Buscador


autor opinión

Editorial

Ver todos los editoriales »

Archivo

Lo que el viento se llevó

miércoles, 14 de mayo de 2014
"Nunca debimos abandonar el Mississippi", decía un simpático capitán de barco en el western "Horizontes lejanos".

La adolescencia pasó soñando en el cine de Ferreira, el único cine que había en el Valle de Oro, en dónde se proyectaban las mejores películas de la época. En las tardes de domingo, la gente subía paseando desde la plaza hasta el cine, unos entraban y otros se dirigían al salón de baile situado a menos de un kilómetro de distancia en la carretera que llevaba a Viveiro. Era la época, en plena juventud, de las tardes de cine con los amigos y una joven de hermosa sonrisa. A la salida del cine volvíamos a casa en las bicicletas, corriendo como locos por los caminos.

El cine, con las paredes recubiertas de corcho, tenía una espléndida sonoridad y en la pantalla cobraban vida Gary Cooper y Grace Kelly en "Solo ante el peligro", Humphrey Bogart e Ingrid Bergman en "Casablanca", Richard Widmark, Henry Fonda y Anthony Quinn en "El hombre de las pistolas de oro", y sobre todo, Clark Gable, Vivien Leigh, Leslie Howard y Olivia de Havilland en "Lo que el viento se llevó".
Lo que el viento se llevó
Aún recuerdo la frase mítica del capitán Rhett Butler (Clark Gable) a Escarlata O´Hara (Vivien Leigh): "Francamente, querida, eso no me importa". Y a Ashley Wilkes (Leslie Howard) diciéndole a su eterna enamorada: "No Escarlata, nunca seríamos felices, hay algo que amas más que a mí: La tierra".

En aquel tiempo, yo entendía perfectamente lo que era amar a la tierra más que a nada, pero lo que menos me podía imaginar era que, en la vida real, el mítico actor Leslie Howard había muerto no muy lejos del cine de Ferreira, al parecer frente a la costa de Cedeira, el 1 de junio de 1943, cuando el avión Ibis en el que viajaba de Lisboa a Londres fue abatido por la aviación alemana. Según se dice, Leslie Howard habría venido a España por encargo de Churchill con la misión de convencer a Franco de que no entrase en la II Guerra Mundial, para lo cual contó con la colaboración de su amiga, la actriz española Conchita Montenegro, que entonces era la prometida de un alto cargo franquista.

El viento se llevó las tardes de cine y el esplendor de la juventud y de aquella época tan sólo queda la sombra de una hermosa sonrisa. Pero, como decía Escarlata O´Hara, “después de todo, mañana será otro día”.

Hoy, el cine de Ferreira es un edificio viejo y abandonado, aunque tal vez en su interior todavía se siga escuchando a Escarlata O´Hara decir: "A Dios pongo por testigo que jamás volveré a pasar hambre".

Tal vez, nunca debimos abandonar el Valle de Oro.
Paz Palmeiro, Antonio
Paz Palmeiro, Antonio


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


PUBLICIDAD
ACTUALIDAD GALICIADIGITAL
Blog de GaliciaDigital
PUBLICACIONES