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La agresión a Navarro

miércoles, 30 de abril de 2014
El trueno que sonó en el rostro del líder del PSC, Pere Navarro, cuando a la puerta de la catedral de Tarragona una señora de unos cincuenta años le propinó un fuerte puñetazo ratifica que ya estamos bajo una tormenta política y social propiciada por quienes, sin calcular las consecuencias, siembran vientos de independencia que enloquecen a muchas personas.

Todas las tempestades comienzan con un solo relámpago o un trueno, y si no tomamos precauciones uno de esos rayos puede electrocutarnos y el aguacero arrastrarnos y ahogarnos.

El golpe de esa mujer propinado cuando Navarro iba a asistir a un bautizo familiar es un aviso similar a los que hubo antes en España; es el jilguero de los mineros que denuncia la ira que llevó a confrontaciones civiles que luego fueron militares.

Pero debe recordarse también: cuando hubo golpes recientes parecidos, como hace dos años a Rosa Díez en una universidad catalana, y después a numerosos constitucionalistas, Navarro y similares, también algunos del PP, callaban y sugerían que esas personas iban por la vida provocando con sus ideas.

Volviendo a la cólera de esa mujer que le pegó al líder del PSC, se supone que lo hizo por no sumarse al independentismo con el que coqueteó largamente su partido y por el que parecía que iba a inclinarse.

Una actitud similar a la de esta mujer se detecta en reuniones de independentistas, al leerlos en las redes sociales o en los comentarios en los periódicos: se masca un odio creciente contra quienes no piensan como ellos.

Debe añadirse que se ha creado una asociación de mossos d’esquadra independentistas que tapará u ocultará acciones similares a favor del separatismo. Cuando parte de la policía obedece una ideología y no a la Constitución se convierte en peligro público.

Y debe señalarse también: este golpe es de una mujer. Acostumbrados a verlas como víctimas del machismo, porque muchas veces lo son, tendemos a olvidar que, puestas a odiar e incluso a matar, las mujeres pueden ser tanto o más crueles que los hombres más brutales.

En la guerra civil muchas milicianas, especialmente anarquistas, comunistas y de ERC, aplicaron una ferocidad con el enemigo cuando se rendía que hasta sorprendía a los milicianos más bragados y sanguinarios.
Molares do Val, Manuel
Molares do Val, Manuel


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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