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Mi padre en urgencias

martes, 01 de abril de 2014
MI PADRE EN URGENCIAS: VIOLACIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS

Hace unos días que mi padre, de 84 años, estuvo en la Residencia Juan Canalejo. El jueves de la semana pasada, después de ir al médico de cabecera viendo que podía ser un infarto, lo remite a la Residencia, por urgencias.

Mi padre en urgenciasGracias que íbamos algunos familiares, pero tanto a él como otros enfermos -tanto mayores como jóvenes- se les obligó a estar de pie más de 40 minutos (en el caso de mi padre) apoyados al mostrador sin poder sentarse, ya que si iban a sentarse perdían la vez -así nos llegamos a juntar unos 15 pacientes-.

Durmió tres noches en un box con otros 5 pacientes, en una sala sin ventanas. Al día siguiente, pregunté cuando le subirían a planta. Seguí preguntando, viernes... El paciente no salió de ese box hasta el lunes por la tarde: “Me decían que no había camas”.

Mi padre durmió tres noches en una sala de urgencias que, pese a contar con camas -en otras hay sillones-, no está preparada para que un paciente pase más de 48 horas en ella. Como hijo, desesperado por tener a mi padre octogenario tantos días en esa situación. La reclamación en Atención al Paciente no surtirá mucho efecto “Vino andando, y me temo que va a salir de aquí en silla de ruedas y con más infecciones”, me dije.

La sala, diseñada para 3 camas, tenía al menos dos más, añadidas en el centro de la estancia. Varios trabajadores confirmaron que ha llegado a tener más del doble. Al calor y al ambiente cargado por la mala ventilación se sumaba la evidente falta de intimidad: apenas hay 50 centímetros entre cama y cama... Y en un momento tuvieron que llamar a seguridad por un enfermo que no quería seguir allí.

Solo hay un aseo. Mi padre el primer día no pudo ducharse y además me decía que ni en la ducha había intimidad.

Otro paciente, también pasó la semana pasada en urgencias. Según me contó. En todos los casos, estuvo en estancias “con mucho calor y falta de espacio”, contaba.

Lo habitual, según sus datos, es que un paciente pueda estar entre 24 y 48 horas en urgencias antes de subir a una habitación en la planta.

Trabajadores de urgencias: “Cada vez es más común que tengamos aquí enfermos dos, tres y hasta cuatro noches”, “somos nosotros, aquí en urgencias, los que damos la cara ante el enfermo y sus familiares, y estamos atados de manos. No podemos decirles nada más que lo que nos dicen a nosotros: que no hay camas libres”. “Estas salas no tienen ventanas y muchas veces están por encima de su capacidad. Hay poco sitio, los pacientes no pueden levantarse ni tienen intimidad”.

El colectivo asegura que no se puede garantizar una adecuada asistencia sanitaria debido a los recortes, las infraestructuras inadecuadas y el cierre de camas en el centro, que provoca que se acumulen los pacientes en urgencias, como en un cuello de botella, más días de los aconsejados.
Rodriguez Patiño, Luis Ángel
Rodriguez Patiño, Luis Ángel


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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