Hospital de la Costa y desidia

Una apreciada lectora me pide un artículo “incendiario” sobre la situación en que se encuentra el Hospital de la Costa. Y respondiendo a tal petición, por considerarlo un grave y urgente problema, cumpliré su deseo, aunque me temo que no incendie nada.

El Hospital de la Costa se construyó en su día (inaugurado en Mayo de 1986) para satisfacer las demandas de atención médica de una población que rondaba los 100.000 habitantes de la Mariña, y que en verano fácilmente podría llegar a 150.000 usuarios.

Dotado con 140 camas, pertenece al Sergas y está acreditado para la docencia según la información que obra en Internet. No constan las especialidades ni la derivación que se hace de los enfermos con complicaciones graves. Esa manera de trabajar se conoce por le boca a boca de los usuarios y sirve de tapadera para enviar a quien se considere oportuno a hospitales privados concertados atendiendo las directrices de la Xunta en materia sanitaria.

Desde hace años, y reiteradamente, tanto el personal sanitario como los sindicatos y los partidos de izquierdas vienen reclamando la atención precisa dado que cada vez es mayor las dificultades con que se encuentran para atender con un mínimo de decoro a los pacientes. Lo que ve todo el mundo, sobre todo los usuarios, es la precariedad de medios y el deterioro de unas instalaciones-recientemente cayeron algunos tramos de techo- que ni la gerencia ni el portavoz provincial del PP –por cierto, se vive mejor de la política, que de representante de papelería – ven. Y es que no hay mejor equipaje para perder la objetividad que la ideología.

A nadie se le oculta que el Hospital requiere no sólo mejoras sino una ampliación que demanda el envejecimiento cada vez mayor de la población donde aumentan los jubilados. Tampoco se puede entender como ciudades como determinados centros de salud puedan carecer del servicio de radiología-creo que en Vivero no lo hay- y, consecuentemente, pequeños accidentes sean derivados al Hospital con la consiguiente saturación y gasto. ¿No hay un medio más eficaz para dar los resultados de los análisis o del sintrón sin necesidad de estar todos los días en el ambulatorio?

Seguramente más fácil, barato y que no ocasione tantas molestias a los ancianos.

Los que creemos en el servicio público y lo defendemos de esos carroñeros que se quieren enriquecer a costa de los impuestos de todos, sabemos también las maquiavélicas intenciones de nuestros gobernantes de la Xunta y como tratan de desprestigiar lo público, como lo acosan económicamente hasta hacerlo inviable, y así justificar privatizaciones que, casualmente, siempre recaen en sus amigos. Ciertamente sospechosos, aunque sólo les llamemos presuntos. La “vaca” es muy golosa para tanto golfo.

Pero para mí, que no soy usuario, pero si me preocupa el bienestar de los ciudadanos, me resulta incomprensible el pasotismo de la ciudadanía, su desidia, y esa nefasta cantinela de que eso es lo que hay. Sí, es lo que hay, por culpa del que se queda de brazos cruzados viendo como esos impresentables gobernantes nos toman el pelo, cobran de nosotros y se cachondean. Que sólo haya una minoría, tan desgraciadamente minoritaria, denunciando y luchando es de una valentía muy encomiable, pero que haya un veinte por ciento de personal sanitario que todavía no se involucre me obliga a pensar en que entenderán algunos por dignidad. A mi la dignidad, cuando trabajaba, me supuso una enfermedad por estrés. Y estos individuos, que muchos votan por conservadurismo mal entendido, porque les parece que las cosas están bien así, porque les deben favores del mejor estilo feudal… riéndose de nosotros.

Ya sabe, mi querida lectora, yo no los voto.