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Gente importante con la que tuve relación (III)

lunes, 17 de marzo de 2014
Gregorio Ordoñez Fenollar. Un héroe por sus convicciones.

Hace unos días recordaba, por su 19 aniversario, aquel enero frío y lluvioso, cuando un lunes me llamó Ana Iribar, la esposa de Goyo Ordoñez para decirme que habían asesinado a mi amigo, en el bar "La Cepa" del barrio antiguo y marinero de la hermosa San Sebastián. Aquella ciudad de paisaje inconmensurable, visto desde el monte Igueldo, con elegantes farolas, aire afrancesado, siempre de cara al Cantábrico oriental, se volvió cruel y despiadada por el azote del terrorismo en toda su dimensión.

Goyo era un navarro leal, simpático e hiperactivo, que disfrutaba con su trabajo al servicio del pueblo. Le cantaba las verdades al lucero del alba y transmitía su enorme capacidad creativa. Fue teniente alcalde de la Bella Easo, la modernizó y le dio lustre a su proyección como ciudad turística, en los pésimos momentos en los que ETA y sus cómplices ponían los titulares en prensa, radio y televisión.

Tenía un grupo de jóvenes a su alrededor, que le seguían encantados; muchos de ellos han sido gente muy valorada tras la aventura con "el pájaro loco", -era como llamábamos a Ordoñez- Eugenio Damboriena, fue Presidente de FEVE con Álvarez Cascos de ministro de Fomento, Álvaro Moraga Valiente, actualmente Diputado y Portavoz del PP en la Asamblea de Madrid, Gustavo Arístegui, hijo de diplomático y responsable durante mucho tiempo de la política internacional del PP, pero sobre todo, María San Gil, aquella secretaria de confianza que se levantó para irse contra el pistolero que había disparado a la cabeza de Goyo; luego ha sido santo y seña de la resistencia desde Euskadi.

Solía hacerme confidencias. Estaba convencido que su vida corría grave riesgo, por lo que sabía sobre el Gal y sus conexiones con el hampa vasco. Cuando traté de ayudarle a través de Juan María Atucha, consejero de Interior del Gobierno Vasco, era demasiado tarde, ETA y otros... habían decidido quitarlo del medio, mitad para escarmiento de los españoles resistentes y mitad para evitar que se conocieran las alcantarillas de la lucha sucia contra el terrorismo -gran negocio para muchos en todas partes.

Miguel Ángel Revilla. Presidente de Cantabria.

Aquel paisanuco que recitaba de memoria los poemas de José Hierro, tuvo la gallardía de formar parte en la candidatura de Unidad Alavesa por Llodio, el pueblo de Ibarreche, era y sigue siendo una persona tan comprensible que resulta peculiar como político, pero no es su culpa, es la de todos esos "personajes" que se transfiguran, disfrazan y encumbran al ser ungidos desde la fontanería partitocrática.

Le conocí en su Cantabria, que conoce pueblo a pueblo, presumiendo de los ancestros judaicos del hombre montañés, capaz de hacerle frente por teléfono al mismísimo Emilio Botín, cuando delante de mí, él banquero quería comer con él y así convencerle que dejara ser Presidente al candidato de Aznar, a lo que mi amigo le dijo: " no pierdas tu tiempo viajando en tu avión a Santander". Luego me miró y sonriendo dijo: "Acabo de echarme otro enemigo, pero este da miedo".

Se sentía ufanamente orgulloso de las juventudes del PRC, hermanos de UA, que los fines de semana en La Puebla de Laredo, ponían las peras al cuarto a los vasquitos nacionalistas, haciéndoles ver y sentir que Cantabria era España.

Quizá por eso, Cantabria fue objetivo etarra en varias ocasiones. Revilla les cantaba las cuarenta sin miedo, alto y claro.

Quería cambiar el mundo y siempre llevó muy mal la falta de honradez, el que era austero y sencillo, no podía tolerar la desvergüenza del político al uso. Creo que con Revilla, Carlos Marx estaba equivocado cuando afirmaba que "cada hombre tenía su precio".

Ha sido un Presidente de pueblo para el pueblo. Me regalaba todos los años por navidad, una litografía de un artista Montañés, Pedro Sobrado. Ahora en plena efervescencia del éxito.

Creo que volverá a ser El Presidente de su hermosa "tierruca", a la que conoce a fondo y de la que sin duda resulta ser su mejor comercial.

Ramón Tamames. Desde el PC al liberalismo.

Un día ya lejano, acudía sus clases de economía social. Estaba de moda entre los estudiantes de aquella Complutense del 68. Luego supimos que era un intelectual comunista, al que el mismísimo Marcelino Camacho respetaba, hasta el punto que en Carabanchel, advertía a los compañeros de que no le despertaran de la siesta, para después escuchar la clase que Ramón les daba sobre cualquier asunto necesario para incrementar el conocimiento de los dirigentes presos pero dispuestos a salir a las calles para luchar contra el franquismo.

Me invitaba a su casa cerca del Bernabéu, en Madrid. Hablábamos de todo lo divino y humano. Fue en una magnífica comida, con los comensales más heterogéneos, cuando convencimos a Mayor Oreja que debía dejar el Ministerio del Interior, y aceptar encabezar la coalición de constitucionalistas a las elecciones vascas del 2001, y así fue. Tras el éxito de la coalición para gobernar Álava desde 1999, pusimos en marcha un gran acuerdo para refundar la democracia en Euskadi, que fue derrotada por Ibarreche y los errores de un Candidato perezoso, mono discurso y carente de carisma para ganar elecciones de esta índole.

Por cierto que, estábamos en tales negociaciones, y lo comenté con el entonces secretario general del PP, Javier Arenas, diciéndole que mucho me temía que Jaime Mayor no aceptara, ya que tenía más que perder al ser Ministro del Interior y la persona mejor colocada para suceder a Aznar. El sevillano me miró con sonrisa malévola y me dijo: ¡Que se joda!.

Nunca puede entender la trayectoria política de Tamames. de formar parte de aquel grupo de Diputados -histórico- con: Santiago Carrillo, La Pasionaria, Marcelino Camacho, Alberti, Semprún, etc., pasando por el CDS de Suarez, hasta darse la razón con personajes como Jiménez Losantos.

Chus Viana Santa Cruz. Líder en la UCD con Suarez.

A los patricios vitorianos que nacieron en una ciudad de provincias acomplejada entre Bilbao y San Sebastián, o conseguían ser ingenieros para gestionar la industria de la familia en la Llanada alavesa y al amparo de los beneficios fiscales del Concierto económico entre el Estado y la Diputación Foral, o debían practicar el arte para vivir del cuento, mostrando palmito en las barras de las cafeterías de la calle Dato, que curiosamente termina en la estación de la Renfe, por la que llegaron todos los emigrantes procedentes de la España campesina, para ser mano de obra industrial y poblar los nuevos barrios de la ciudad que más creció en la España de los años sesenta.

Uno de estas familias alavesas, carlistonas, que habían estado en el bando que ganó la guerra civil, eran los Viana, y de ellos, sin duda, el más vitorianico, Chus, que logra ser vice presidente de la patronal alavesa, a pesar de no tener empresa, pero se gana la confianza de los empresarios del norte de la provincia y de las familias políticas encumbradas en Diputación Foral y Ayuntamiento de Vitoria.

Me lo tropiezo en el Consejo Provincial del I.N.P. en pleno desarrollo de la sanidad alavesa, con la creación de una moderna red asistencial más allá del gran Hospital "Santiago Apóstol" de la Fundación que constituyen Diputación y Ayuntamiento. Pero comete el error de querer imponer empresas vascas para la dotación del nuevo Hospital que, precisamente fue el motivo de mi traslado desde Barcelona a Vitoria, todo ello tras el traumático 3 de marzo de 1976, en que la actuación de la policía armada proporcionó muertos y heridos que cambiaron Vitoria, y estigmatizó a Manuel Fraga, por aquellas fechas Ministro de la Gobernación, ausente y sustituido por Adolfo Suarez, que tuvo la inmensa suerte de pasar desapercibido desde el momento que D. Manuel aseguró: "la calle es mía".

Me enfrenté al cordial Viana, que desde el primer momento me la tuvo
jurada. Así cuando pedí una investigación para saber quiénes habían contactado con el Banco de Bilbao y General Eléctrica Española, para comprarles equipamientos para el nuevo Hospital de la Seguridad Social, me apuntó en la lista negra y con la llegada de la UCD y su liderazgo a costa del buen servicio que le hizo a Suarez, librándole de la responsabilidad de los sucesos de marzo de 1976, se convirtió en uno de esos personajes oportunos y oportunistas que saben sacar partido de estar en el momento oportuno en el lugar indicado.

Se dedicó a liderar UCD vasca, pero también a ser de los primeros políticos amenazados y con fuerte escolta, ya que ETA comenzó su escalada de asesinatos que costó la vida a varios de sus compañeros. Era un político que no procedía ni de falange, ni de aquellos gobernadores civiles que nombró Martín Villa y que hicieron la campaña de las elecciones convocadas por Suarez a inventario de la UCD y del reformado partido socialista de los andaluces. Actuaba como conseguidor del empresariado vasco, sobre todo ante hacienda y gracias a la buena sintonía del vitoriano con Abril Martorell.

Tras la disolución de UCD y los sucesos del golpe de Estado de 1981, habiendo sido consejero del primer esbozo para la autonomía vasca, a través del Consejo General Vasco, que lidera la redacción del Estatuto de Guernica, Viana Santa Cruz, sigue a Suarez en la nueva singladura del CDS, y un día, sufre un Ictus que pone fin a su vida de político, que sin ser nada en lo profesional, lo fue casi todo en política, si bien no accedió a un ministerio por el prurito que produjo sus mentiras. Decía que era licenciado en Derecho, cuando sólo era un bachiller.

Agustín Ibarrola. Escultor de la libertad.

Uno de los grades artistas vascos del siglo XX. Carismático personaje que militó en el PCE, y que sufrió cárcel. Con su eterna chapela y su gesto de hombre bueno. Valiente y amigos de sus amigos. Para él, la libertad siempre ha sido su patria.

Lo conocí a través del movimiento social del Foro de Ermua. Nos hicimos muy amigos. Iba con regularidad a su casaría cerca del mágico bosque de Oma, que sufrió los atentados de quienes no pudiendo asesinar al hombre, quisieron destruir su obra. Quiere mucho a Galicia. Estuvo refugiado, por Isaac Díaz Pardo en Sargadelos. Se exiló durante un tiempo en Llanes, donde hizo su obra en la escollera del muelle, que lleva por título "Los cubos de la memoria", y en Allariz "Ecoespazo o Rexo".

Me convertí en su defensor, de tal suerte que por dos veces, con motivo de concentraciones en San Sebastián, saqué los puños a pasear en su defensa. Hice lo mismo en el Parlamento Vasco, en una intervención frente a Otegui Y Josu Ternera que está recogida en los anales históricos del Parlamento.

En su casa, tanto su esposa Mari Luz, como su hijo, el artista, José Ibarrola, me mostraron todo su cariño, regalándome obras que decoran mi casa de San Ciprián y que están expresamente dedicadas a mi persona.
Le he visto trabajar en su estudio. He paseado con él. Lo traje a San Ciprián, y visitó los estudios de artistas como Xuan Guerreiro Vázquez, y Quique Guerra, así como sus conversaciones con otro viejo militante del PCE, el patrón de San Ciprián, Alberto Pillado.

Le concedieron la distinción de la "Llámpara" en Avilés, tras visitar el museo del Ancla en Salinas. Tuve el honor de glosar su figura en el acto, dónde también fue distinguido el Juez Garzón, por entonces dedicado a dar conferencias en los Estados Unidos de América.

Hizo un maravillo monumento en Vitoria, dedicado a las víctimas del terrorismo, sobre el que me consultó si, en cada chiribita, debía o no, poner el nombre de la víctima de ETA. Al final, y como en los Cubos de la Memoria, Ibarrola dejó inmortalizadas a todas las víctimas del terrorismo etarra en la gran avenida que llega a la plaza de la Constitución en la capital de Euskadi y de Álava.
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Iñaki Azcuna. Médico y Alcalde de Bilbao.

Al Dr. Azcuna lo conocí a raíz del trabajo que me encarga la Escuela Nacional de Formación de Gerentes de Hospitales, perteneciente al Ministerio de Sanidad, y que consiste en hacer una auditoria de tres hospitales. Así en Cruces, hospital insignia de la sanidad pública vasca, me entrevisto con la Mesa de Facultativos, una organización previa a los sindicatos médicos, en la que lleva la voz cantante un médico -típicamente vasco y bilbaíno- que se dedica a la radiología. Desde el primer momento congeniamos. Por aquellas fechas, Iñaki era más proclive a Euskadiko Ezkerra que la PNV, por su amistad con otro facultativo del que me hice amigo en mi primera legislatura del Parlamento Vasco -Bobby Lerchundi- capaz de terminar con el PC de Carrillo en Euskadi, desde su trayectoria de ETA pm, hasta E.E.

Con el paso del tiempo ambos nos acercamos a la política, primero a la sanitaria. Dirigimos hospitales públicos, Iñaki en Vizcaya y yo en Álava.

Más tarde, Iñaki era el máximo responsable del servicio vasco de salud (Osakidetza) y yo Parlamentario vasco por Álava, llegó a ser Consejero de Sanidad en el Gobierno de Ardanza, y nos tocó legislar en materia del espacio socio sanitario. Siempre fuimos leales amigos, con un carácter muy similar y con una coincidencia, la defensa de la sanidad pública frente a los intereses privatizadores.

Siempre recordaré una huelga de hambre de tres sindicalistas, compañeros míos de CCOO, trabajadores de mi Hospital Santiago Apóstol, dos de ellos militantes de Unidad Alavesa, que exigían la presencia del Consejero de Sanidad. Fui a buscarlo y después de una discusión muy acalorada entre dos paisanos de mar, logré convencerle, vino al Hospital y llegaron a un acuerdo.

En otra ocasión me llamó a su despacho, recién aterrizado en la Consejería de Sanidad. Había heredado una patata caliente. Ciertas prácticas indecentes de los socialistas vascos, que para financiar al partido, se ponían de acuerdo con ciertas empresas a la orden de adjudicarles procesos en la sanidad vasca. Lo más interesante es que, una dirigente socialista, que tiene hoy en día un altísimo cargo en la política española, era la recaudadora del "impuesto".

Por fin, el PNV, y dada la popularidad del médico humanista, le hace candidato a la alcaldía de su pueblo (Bilbao) con un enorme éxito y acierto, ya que Iñaki, no sólo es una persona próxima, que habla en Román Paladino, es culto y decente, libre para expresar lo que siempre pensó. hemos compartido veladas indescriptibles, gracias a su buen humor y su paisanaje. Hoy, desgraciadamente, y con ese valor que le caracterizó siempre, sufre una grave enfermedad, pero no ha tirado la toalla.
Mosquera Mata, Pablo A.
Mosquera Mata, Pablo A.


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