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España, Quijote universal

viernes, 14 de febrero de 2014
Descabalgado Baltasar Garzón de su montura de desfacedor de entuertos, otro juez de la Audiencia Nacional, Ismael Moreno, acaba de montarse en Rocinante para ordenar la busca y captura del expresidente de China Jiang Zemin y de otros cuatro altos cargos del régimen comunista.

Agitando su lanza ante los molinos tras la denuncia de un tibetano nacionalizado español acusándolos de un inexistente genocidio en el Tibet –que sufrió los crímenes del comunismo igual toda China--, el juez Moreno ha exigido a la Interpol su detención y que le sean entregados los cinco para juzgarlos según la reciente Justicia Universal española.

Que sólo le salió medio bien a Baltasar Garzón con Augusto Pinochet, consiguiendo que lo retuvieran temporalmente en Londres, entre las protestas de orgullo nacionalista –“Pinochet es compatriota”--de los socialistas chilenos a los que había masacrado.

Ahora, a Garzón, inhabilitado por prevaricación, lo reciben decenas de estudiantes en las universidades, como este lunes en la de Santiago de Compostela, al grito de “asesino” y “torturador” por haber perseguido a ETA.

El país asiático tiene unos 1.400 millones de habitantes, treinta veces más que España, y es ya la segunda potencia económica mundial.

A pesar de su régimen represivo, suma del nefasto comunismo y del peor capitalismo preindustrial, China recibe parabienes de las democracias, cuyos prestamistas e inversores son los mandatarios que Moreno quiere encarcelar.

Es una quijotada que la justicia española hostigue a quienes, en respuesta, pueden retirar multimillonarias inversiones de España: que se dedique el juez Moreno a perseguir criminales y estafadores españoles, con eso le sobrará trabajo.

Además, con toda su brutalidad, el comunismo chino es ahora menos siniestro que el lamaísmo sobre los tres millones de tibetanos.

Que vivieron explotados por el parasitismo de esa religión supersticiosa y esclavista –el cronista la conoció ampliamente allí-, aunque para sus ingenuos adoradores occidentales su líder, el hipócrita Dalai Lama, sea un santo varón.
Molares do Val, Manuel
Molares do Val, Manuel


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