La Sgae de "Curro" Bautista

La primera vez que alguien se me presentó como miembro de la SGAE fue en aquel concierto que organicé en Pontevedra, el de Camel. Quería cobrar una burrada de dinero que no le correspondía, porque había hecho un cálculo irreal de las localidades vendidas. Luego, tuve oportunidad de ir conociendo a sucesivos inspectores y cargos “regionales” de esta organización; todos barrían para casa y sus actas eran reclamaciones imposibles, millonarias y que a mí siempre me tuvieron pinta de atraco encubierto.

En el caso de un concierto como el de Camel yo no concebía ni concibo aún por qué has de pagar derechos de autor si a quien contratas –y por cierto, nada barato- es al propio autor de todas las “obras artísticas allí interpretadas”. Dicho autor se beneficia doblemente de su trabajo y al mismo tiempo, cobran su correspondiente porcentaje esos señores de la SGAE, que nada tienen que ver con el acto.

Más flagrante es todavía que la SGAE cobre donde nadie paga; como por ejemplo en conciertos de acceso libre como “A Festa dos Mundos” en la playa de Santa Cristina, donde los artistas participantes eran todos autores de las obras que interpretaban y cobraban sus buenos miles de euros por su participación, provenientes de los patrocinadores del Xacobeo 2004.

Y me suena asimismo a “alegalidad” que impongan un canon a bares y peluquerías por el mero hecho de tener un aparato de radio o un televisor encendido. Y digo que me suena “alegal” por respeto a los creadores, a los que no hay que confundir con los que administran sus derechos.

Me gustaría que alguien de la SGAE actual –acaba de estrenar directiva- contase a la opinión pública TODAS las fechorías económicas cometidas por Eduardo “Curro” Bautista y sus bandoleros. Que le cuenten al mundo como gastaban a espuertas el dinero “alegalmente” conseguido…

En aviones privados, en hoteles de superlujo, en restaurantes de mil tenedores y hasta en putas. Sí, hasta en putas…

Acaba de salir a la luz, gracias al buen periodismo de investigación que hay en España, el Caso de Pedro “Algarrobo” Farré, lugarteniente de la banda del “Curro” Bautista.

Este señor gastó en tres prostíbulos, en solo seis meses, 40.000 euros. Lo hizo “tirando” de la tarjeta Visa Oro con que la SGAE “completaba” su sueldazo para atender algunas de sus “necesidades” oficiales.

Lo peor de todo es que… como todo el campo era orégano, tuvo la cara de entregar en el departamento de contabilidad de la SGAE recibos en los que hacía constar “cena Brigada Policía Nacional”, “catering seminarios Cuerpo Nacional de Policía”, “organización encuentros Policía” o “invitación 15 personas reunión Policía”. Esos recibos eran de entre 1.000 y 3.000 euros diarios.

Por este asunto, el juez Ruz imputó a “Algarrobo” Farré en una pieza separada del sumario que instruye contra los “bandoleros” del Bautista, por apropiación indebida y falsedad en documento mercantil.

Es este un juicio que ya me tarda, lo mismo que una legislación acorde con los nuevos tiempos en los que los “autores-creadores” sean los que se beneficien de esos impuestos revolucionarios, que en este momento no van a parar a las arcas del Estado, sino a una tropa que… lo que sí sabe muy bien… es administrar sus propios derechos. O lo que es peor, los derechos libres, como se ha demostrado recientemente en el asunto de las sintonías de televisión inscritas en el registro a nombre de señores que jamás han compuesto una canción.

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