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Fronteras minadas

martes, 26 de noviembre de 2013
Con casi seis millones de desempleados cuya mayoría quiere trabajar, el Gobierno trata de evitar las avalanchas migratorias ilegales que, al contrario que en los años de la falsa riqueza, no van a ocupar puestos que los españoles rechazaban entonces.

Los españoles pelean para conseguir las labores más despreciadas antes. Ahora, el destino de la inmigración ilegal es casi siempre la mendicidad a la puerta de los supermercados y en las calles, o la pequeña delincuencia de manteros y vendedores de drogas.

Mientras, crecen en España embriones de partidos que hacen moderado al Front National (FN) de Le Pen, y que protestan por los beneficios que obtienen u obtendrán los indocumentados, incluidos sanidad, salarios de subsistencia o pensiones sin haber cotizado, y que reducen los de quienes contribuyeron.

Muchos de quienes protestan enérgicamente contra las vallas con cuchillas-concertinas reinstaladas estos días para cerrar Ceuta y Melilla, como Cayo Lara, líder de IU, aplaudían la Alemania comunista hace poco más de dos décadas, cuyos muros fronterizos estaban minados no para frenar inmigrantes, sino para hacer saltar en pedazos a quienes huían del paraíso.

El debate sobre qué usar para evitar la inmigración evoca la muerte de un africano desgarrado en una alambrada con cuchillas-concertinas en tiempos de Rodríguez Zapatero, que había invertido 8,7 millones de euros en instalarlas.

Tras esa muerte Zapatero las retiró e colocó otras protecciones no cruentas, más caras y sofisticadas, pero que propician asaltos masivos y violentos, con los policías españoles frecuentemente heridos, y quizás un día con alguno muerto.

Ahí están ahora la alambradas con cuchillas con escándalo de quienes las habían puesto primero, de los que defendían las fronteras minadas comunistas, y de la Iglesia católica, de la que el ministro de Interior dice ser fidelísimo discípulo.

www.cronicasbarbaras.es
Molares do Val, Manuel
Molares do Val, Manuel


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