Joyas del Barroco

Son “perlas” de un tiempo pretérito que siguen asombrando al mundo. Cada stradivarius es una joya que encierra en sí misma el misterio de lo inabarcable, capaz de interpretar la fatalidad y el dramatismo de su tiempo, lo asombroso y sorprendente de una estética refinada y superlativa en la que los violines, nacidos en ambientes populares, adaptan su tímbrica cristalina para conducirse como base y sustento de la orquesta recién nacida.

Precedidos por los laúdes, aparecen las piezas más preciadas del único luthier que alcanzó tanta fama como la de los grandes compositores de la historia de la música, los stradivarius, cuyos secretos duermen en los talleres donde fueron construidos esmeradamente. El Messiah, la Pucelle, el Serdet o el Benecke…son modelos diseñados en búsqueda de un sonido que aspira a la perfección, la calidad y la plenitud. ¿Cual es el misterio? ¿La madera, el barniz, el clima…? Sea cual sea, éste los convierte en piezas únicas, veneradas y codiciadas por coleccionistas e intérpretes cuyo sueño es encarar entre sus cuerdas las composiciones de Bach, Telemann, Vivaldi…

Hace poco, algunos afortunados, han tenido la oportunidad de contemplar una exposición en el museo de Ashmolean en Oxford de estos instrumentos (algunos nunca expuestos al público hasta el momento) del maestro de Cremona, el artesano que acabó siendo artista y que entendió tan bien que el ingenio es la fuente para asombrar al “theatrum mundi” y al increíble escenario de la música. Grandes artistas como Yehudi Menuhin o Alexander Dubach, mundialmente reconocido por sus interpretaciones de las obras de Paganini, han utilizado estos violines, incrementando de esta manera su considerable precio y valor.

¿Cuando tendremos la oportunidad de poder escuchar a uno de estos stradivarius aquí, en nuestro Ferrol?