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Abandono secular

martes, 19 de noviembre de 2013
Todos sabemos que nuestra Tierra está en el Finisterre. Cierto, pero eso no es óbice para que pueda sentirse abandonada por los poderes públicos. Alguien debiera recordar que aquí se necesita albergar algún tipo de industria o mejorar nuestras carreteras para que dejaran de ser tercermundistas. Si la política tiene como fin velar por el bien común, se me antoja pensar que nuestros políticos sólo nos quieren, y mucho, cuando vienen las elecciones.

Aquí, si exceptuamos Alúmina y Vestas, no se crearon apenas puestos de trabajo en cincuenta años. Y lo poco que se crea se cierra pronto. Ejemplos: Muebles Hermida, Ecar, Sargadelos…Las autoridades debieran trabajar en el equilibrio regional y no seguir creando zonas más ricas en detrimento de otras y esto ocurre en Galicia: la zona norte está abandonada.

Si nos retrotraemos a los años cincuenta o sesenta del pasado siglo, concretamente en Viveiro, la pesca era una importante fuente de recursos en la zona, Barro-Chavín proporcionaba trabajo y la mina de la Silvarosa alimentaba, aunque ya estuviese en declive, a numerosas familias. Las conserveras colaboraban con su trabajo a la economía familiar. El comercio y los servicios complementaban una economía siempre floja, pero mucho más ilusionante que la actual. Bien es cierto que eran años de emigración muy importantes, pero la gente marchaba con la esperanza de conseguir unos medios que esta Tierra nunca, y repito nunca, se esforzó en ofrecerles. No estoy, por tanto, hablando de que la culpa la tenga la crisis, porque nosotros, la Galicia madre de esa diáspora, la hemos sufrido permanentemente.

Creo sinceramente que necesitamos profundos cambios de mentalidad entre los que se encuentra ser emprendedores, esforzarse más en los trabajos, perder vicios de comodidad y adaptarnos a la realidad vigente. Sobran vagos y faltan luchadores. Y vayámonos habituando a dejar de estar siempre dando las quejas y refugiarnos en la resignación cristiana mal entendida.

Y con estas permisas, recuerdo cuando leía los esfuerzos de prohombres gallegos para lograr la Autonomía y así estar más cerca de los problemas ciudadanos; pero, por lo visto hasta ahora, el problema subsiste porque, siendo ciertas las circunstancias anteriores, no es menos cierto que la Autonomía de poco sirve si no hay un cambio profundo en nuestra manera de pensar. La vida exige hoy madrugar, abandonar la partida y frenar el alcohol como justificación de nuestros males. Y eso hay que decírselo a la ciudadanía con valentía para coger el toro por los cuernos.

Dicho la anterior, a nadie se le escapa que la zona Norte de Galicia apenas recibe inversiones de la Xunta. Si Fraga, el patriarca de los caciques gallegos, por el arte de que “la calle es mía “, llevó el mar Cantábrico a Vilalba, fue un gran valedor de su pueblo, pero flaco favor le hizo a esa camada de acólitos que tanto proliferan desde la Mariña lucense hasta Ferrol. Eso no es Transcantábrica, es TrasFragancia. Pero, por lo visto, aquí vale más la fidelidad a unas siglas que la visión objetiva de una realidad. Nos ha dejado sin ella y, para paliar el desprecio, nos ha ofrecido un Corredor que sólo avanza, un poquito, en vísperas de las elecciones.

El naval de Ferrol, antaño pujante, es hoy materia de desguace. La contaminante Endesa no se recicló y hoy está en vías de durar poco-no hay que olvidar el daño en la agricultura de subsistencia y las dificultades de producción por culpa de ella-.La pesca es cada día más dificultosa y con futuro incierto. Los eólicos pertenecen, igual que la producción hidráulica, a grandes empresas que se benefician de nuestros ríos o viento a cambio de irrisorias contribuciones a las arcas públicas. Hasta han permitido durante muchos años el monopolio de madera a la papelera de Navia.

¿Qué han hecho nuestros políticos? Algunos mamotretos que llaman Centro de desarrollo comarcal, que sólo sirven para colocar de empleados a los suyos y que jamás cumplieron su función. Han urbanizado muchos terrenos para convertirlos en teóricos polígonos industriales, donde se ubicaron escasísimas industrias. Las lonjas están alejadas de los mercados por carecer de infraestructura, los cupos de pesca cada día son más escasos ¿Qué nos queda pues? Albañiles en paro, jóvenes cultos en el extranjero, pensionistas a mogollón, agricultores que apenas subsisten y la mal llamada resignación cristiana par soportar esa caterva de ilustres inútiles que nos gobiernan. Es hora de reclamar nuestros derechos.
Timiraos, Ricardo
Timiraos, Ricardo


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